viernes, 6 de noviembre de 2015

KIRCHNERISMO, ¿UN POPULISMO DE CLASE MEDIA?

Alvaro Garcia Linera, actual vicepresidente de Bolivia, recomienda como uno de los pasos para profundizar los procesos progresistas de América Latina consolidar las políticas redistributivas para los sectores bajos de la sociedad. Lo que considera el nucleo duro, el sector fiel, no volátil  de  los gobiernos progresistas.
En Argentina con el kirchnerismo, se puede decir que, a diferencia del primer peronismo, los más beneficiados han sido los sectores medios.

Con esto no se quiere enunciar que los sectores populares no se hayan beneficiado de las políticas  económicas del modelo. No hace falta  sino remitirse a los millones de puestos laborales, a las jubilaciones y asignaciones sociales universales para dar cuenta de tal evidencia.

Sin embargo, comparado con el primer peronismo, la profundidad redistributiva es menor para los sectores populares. Es sabido que aún sufren, a pesar de los avances y logros sociales mencionados, alto déficit habitacional y son víctimas de altos índices de empleo en negro o informal y pobreza. 

Esto, en gran medida, se explica porque  las capacidades estatales del Estado-Nación en este siglo XXI  de globalización financiera son bastante más limitadas que la del Estado de la segunda posguerra mundial del siglo XX. O como dice, en términos más compresibles, pero no por eso menos profundo, Hebe de Bonafini: “Evita y Perón manejaban un Crucero, Cristina una lanchita”.

Lo cierto es que han sido los sectores medios los más beneficiados con el modelo K. 

Esto se ve claramente reflejado en la explosión de consumo de automóviles y electrónica, los viajes masivos de argentinos “bien” y “no tan bien” (¡ja! ) al exterior, el drenaje permanente de dólares que absorben estos sectores, además del Procrear, tarifas subsidiadas y otros planes.



Es sabido la propensión de segmentos (no menores) de clases medias a pensar en clave hegemonizada liberal. 
Es decir pensar que su éxito económico es producto casi-exclusivo de su esfuerzo personal omitiendo  las actuaciones del gobierno o del estado, salvo cuando “les va mal”.

De allí que todo gobierno es percibido, a lo sumo, como un mal necesario para cuidar la “seguridad”. Pero si el gobierno no la garantiza y encima es percibido como una élite corrupta y privilegiada, es susceptible de ser cambiado al no hallar una correlación alguna entre su bienestar personal y la actuación del Estado.

La clase media ser perciben menos dependiente del Estado y su éxito lo esperan  lograr en el mercado, en el sector privado. 

Segmentos de clase media perciben al Estado como una carga que les absorbe dinero por los impuestos que sienten que después no los beneficiará.

Se sienten en condiciones de  poder  pagar una  educación de “calidad” para sus hijos en colegios y universidades privadas. Resuelven sus problemas de salud en clínicas privadas, no tendrían problemas de aportar en cuentas individuales para su jubilación en empresas privadas. 

El Estado los azota con una presión impositiva que va a beneficiar a los “vagos” o indeseables  mediante “planes sociales”.

Los sectores populares que han llegado tarde al reparto capitalista tienen, y sienten, mayor dependencia del Estado. Lo consideran, quizás,  el último piso para no pasar hambre.

Durante gobiernos neoliberales como los de Menem o De la Rua o conservadores como el de Eduardo Duhalde existieron políticas sociales destinados a sectores populares, pero eran de carácter focalizados o dirigidos exclusivamente a los sectores excluidos o vulnerados por la economía.

Con el kirchnerismo la política social se universaliza y tiende a convertirse en un derecho más allá de un “mero plan”. Esto es un avance sin dudas. 

Pero si se busca diferenciarse en la percepción de esos sectores con los otros gobiernos, y consolidar el núcleo duro, como dice Alvaro García Linera, quizás esto después de un tiempo resulte insuficiente.

A modo de ejemplo vale una anécdota personal:

Trabajando en talleres de educación popular con sectores vulnerables que recibían  la asignación universal, una de las beneficiarias me comenta que “su familia siempre fue ayudada por un plan social”, ya sea de carácter provincial o nacional, por lo que no notaba la diferencia de la actual gestión, por el kirchnerismo, con los anteriores.

Un gobierno progresista y popular tiene que ser percibido como diferente por parte de los sectores postergados y eso implica profundizar (acá y en la China) la redistribución del ingreso afectando a poderes económicos y limitando, incluso,  fuertemente el consumo ex-pureo de sectores medios.

No  es una empresa fácil, obvio, implica cambios económicos, afectando a capas altas de la sociedad y también culturales, cambiar patrones de consumo de dependencia y despilafarro en sectores medios.

Es fácil decirlo y pronunciarlo como hace cierta izquierda estricta, pero  no le podemos cargar la responsabilidad exclusiva a un gobierno.

El gobierno tiene que hacer lo suyo, (con una integración latinoamericana, o supra-regional previa dadas las limitaciones del Estado-Nación individual hoy) pero la ciudadanía tiene que tomar conciencia de esta problemática.
Porque un gobierno puede tener los mejores planes en este sentido pero cometer el "pecado" de actuar "en frío", desde arriba, sin la correspondencia de la sociedad y quedar deslegitimado o en orsai.

Algo de eso pasó cuando se quiso capturar la renta de la oligarquía agraria durante 2008.


2 comentarios:

  1. Algunos comentarios o aportes, desde un pensamiento de izquierda "estricta", coincido en principio en el diagnostico general, ya que la etapa pos gobiernos neoliberales es una etapa que beneficia a la "clase media", o a sectores que no se reivindican ni populares, ni trabajadores. Pero partamos que el 2001, tuvo como consecuencia de las clases desocupadas del pais, las cuales mediante los movimientos piqueteres, fueron los protagonistas de esas jornadas, que habrian una crisis de hegemonia en terminos gramnscianos. Es decir que el producto de esa crisis, trajo aparejado gobiernos que beneficiaban a los sectores medios y altos (estos nunca dejaron de ganar) y un mayor poder adquisitivo de las clases populares. Pero y en coincidencia, solo la afectacion de la propiedad capitalista, puede mantener el discurso, en el sentido no peyorativo, sino como hacedor de conciencia publica de avance a un mas al modelo de consumo mundial. Y aqui hay tal vez dos elementos (muchos mas seguramente) que sobresalen, uno el subsidio que las "clases medias" recibian con la compra de un dolar a un precio, que los sectores populares no podian acceder, el llamado cepo, que en vez de que la critica derechista vociferaba, era portavoz de un discurso consumista de los sectores medios, que ahorraban comprando un dolar muy por debajo del que los sector populares conseguían. Y el otro dato es el Impuesto al Salario, o en el discurso derechizado, la presion tributaria, de los trabajadores con un nivel adquisitivo por encima de la media, provocando en principio una apropiacion del discurso, en donde los trabajadores son los que tienen que mantener a los sectores subalternos, por parte del gobierno, como de las burocracias sindicales en tono fascista. Generando una secularizacion de la clase trabajadora como tal, a la vez que demoniza a los sectores populares como "vagos", repetidos mil veces por los oligopolios mediaticos. La fragmentacion como clase y la demonizacion de las subclases, permiten a los sectores medios empatizar con las posiciones de derecha que le ofrecen un estado que no los presione, para alcanzar niveles mayores de consumo. El problema, dificil politicamente, era afectar aun mas la ganancia capitalista para que, los sectores subalternos se beneficiaran a costa, no de sus hermanos de clase, sino a partir de los capitalistas que siguieron manteniendo ganancias exponenciales. Renta Financiera, Juego, Impuesto a las grandes multinacioles. O medidas mucho mas progresivas, como nacionalizacion del comercio exterior o la banca. Esto logicamente no se puede llevar a cabo sin un proceso de movilizacion ascendente, pero tambien la desmovilizacion, y la represion hacia los sectores que lo hacian, genero el aspecto que se puede avanzar sin la necesidad de salir a las calles.
    Esto tal vez sea con el diario del lunes, pero es impresindible, empezar a conversar el tipo de hegemonia, la lucha de resistencia que se aproxima, y la guerra de posicion en la cual nos permita ver el momento de la maniobra final-principio.
    Nahuel

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    1. haa!! Nahuel no lo había visto al comentario!. Me parecen en coincidencia, mas allá de este articulo referido al caso argentino, (poruque alli aparecen nuestras diferencias), que el avance en américa latina, tal vez exagerando, sera gramsciano o no serà!. abrazo!

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