1) Primero, el paro gremial del día martes 31 fue masivo y contundente, si bien es verídico que contribuyó a los altos niveles de ausentismo laboral el cese de actividades del transporte público, lo cual imposibilitó que muchos asalariados pudieran llegar a sus ámbitos de trabajo en caso de que no adhirieran al Paro.
2) En relación a la demanda puntal, como máxima, de eliminar el impuesto a la ganancia sobre el trabajo o al menos elevar el mínimo no imponible, hay que tener en consideración dos cuestiones a priori:
a)En
países desarrollados que supuestamente
tenemos como espejo a imitar -Noruega Alemania-, este impuesto existe y es
pagado desde escalas salariales aún menores que en nuestro país.
b)En Argentina, el impuesto a las ganancias, es archisabido, grava a una minoría del universo de trabajadores en relación de dependencia.
3)No obstantes, es cierto que hace un poco de “ruido”, en términos de justicia distributiva, que el laburante, el proletario más o menos calificado sea gravado con este impuesto mientras sectores rentísticos como el ámbito financiero o el mercado bursátil son eximidos de esta presión tributaria.
Tal
vez en este asunto el gobierno o la próxima gestión (resulte k o no) debería abrir una agenda de discusión con los
distintos actores involucrados del mundo sindical y el sector empresario en relación con una reforma impositiva de tipo
progresista.
Esta mesa de diálogo se deberían, incluso,
reconocer posibles costos o efectos
contraproducentes que pudieran implicar una orientación en ese sentido para la
gobernabilidad de la economía argentina como una intensificación de la fuga de
capitales y de la demanda de la divisa norteamericana que perjudicara a la
mayoría de los asalariados con ingresos fijos.
Además,
hay que decirlo, los trabajadores de
mayores ingresos contribuyeron durante estos años al drenaje de divisas. Por
ejemplo, durante el año 2014 un tercio del achicamiento de las reservas fue
provocado por este sector. Ergo no resulta descabellado pensar que puede haber
cierto temor desde el Ministerio de Economía del “rusito” Kicillof a que
un aumento en el mínimo no imponible implique
nuevos recursos en manos de los trabajadores que puedan “volar” a la compra de dólares,
colaborando con una futura devaluación con todos los perjuicios que eso
conlleva para el resto de los trabajadores.
4) En relación al carácter político del Paro, habría que aclarar en una primera digresión que todo Paro es intrínsecamente político si reconocemos que el ámbito de lo “político” incluye la dimensión conflictiva.
En
este caso particular, se trata de un
antagonismo entre una parte significativa del mundo sindical que actúa como
grupo de presión (aunque ellos se auto-perciban como representantes del interés
general de los trabajadores, son mal que les pese un grupo de presión) para intentar arrancarle al gobierno las políticas públicas que beneficien o al
menos que no perjudiquen a sus afiliados,
en este caso concreto la cuestión impositiva.
Pero
no es este el significado cuando se denuncia, se estigmatiza
al paro gremial, sobre todo desde el oficialismo, de “paro político”.
Más
allá de la naturaleza conflictiva, desde el elenco gubernamental se percibe en este Paro un propósito superior por parte
de los responsables a una demanda social
o económica, legítima o no, discutible o no. Se percibe en este cese de
actividades un interés político de
mayores dimensiones vinculado al objetivo de degastar la imagen e incluso la gobernabilidad del oficialismo kirchnerista
frente a la cercanía de las elecciones nacionales presidenciales y evitar de este modo la continuidad del actual
proyecto en el gobierno.
Es
obvio que en esta percepción, en este diagnóstico del Frente por la Victoria no
es desacertado, algo de eso existe. Los
actores involucrados en el Paro no son ingenuos y son conscientes que contribuyen a
desgastar políticamente al gobierno, más allá de la demanda sindical en
particular.
5) En este contexto, hay que decirlo (aunque duela ya que tengo varios amigos ahí) el rol de los partidos o sindicatos pertenecientes al segmento izquierdista deja mucho que desear
Si la izquierda, en todo el proceso K, ha buscado diferenciarse del gobierno y es opositor al mismo en función de respetar sus principios programáticos y axiológicos en cierto punto es respetable, pero la incoherencia o la contradicción ideológica es evidente si te movilizás o “parás” con el sindicalismo más rancio y conservador, mientras te aplauden los sectores partidarios de derecha al borde de una elección nacional en connivencia con el aparato mediático hegemónico.
Las izquierdas “viven” criticando y visibilizando las contradicciones, los dobleces por derecha del gobierno nacional y popular desde un purismo ideológico y axiomático que ellos violan desde el momento que confluencian fuerzas con sectores más reaccionarios y recalcitrantes del mapa político y sindical vernáculo.
Si te vas a diferenciar del gobierno nacional por “izquierda”, distanciate de modo claro y contundente en la práctica política y social de la derecha sindical, partidaria y mediática, que a priori resultaría una empresa más factible por la abismal distancia ideológica. Pero no. Autojustifican que su accionar está fundado en una alianza táctica y coyuntural para desgastar al gobierno “burgués” tibiamente reformista, pero observando las encuestas previas a las elecciones presidenciales del presente año no se percibe un giro hacia la izquierda de la sociedad argentina, sino todo lo contrario.
Por otra parte, la derecha partidaria busca capitalizar cada protesta o demanda social de naturaleza patronal o sindical con discursos y propuestas facilistas o demagógicas de difícil concreción sino se desea desfinanciar al Estado.
Si sectores de la burguesía y clases medias reniegan del cepo cambiario, la derecha institucional sale apresurada al espacio mediático a prometer su eliminación en caso de llegar a la Casa Rosada. Si el “campo” pide eliminar las retenciones su discurso es similar. Si los gremios, como en este caso, reclaman por el impuesto a las ganancias, prometen su inmediata supresión.
En caso hipotético de ser
oficialismo la derecha, a partir de un
triunfo electoral en las presidenciales de este año, y dar respuesta a las demandas con estos criterios impositivos,
no habría economía ni Estado que aguante.
De aplicar este menú de medidas, quedaría desguazado
de recursos el sector público para cumplir con sus políticas sociales entre
otras. Salvo que se remita al endeudamiento para gasto corriente o para
garantizar un funcionamiento mínimo del aparato estatal. Sería un regreso a una
variante neoliberal. Ya sabemos como termina eso.
Excelente analisis para los que compartimos esta ideología progre!!!la izquierda y sus contradicciones,la burocracia sindical aparte de las masas populares y funcional a un sector, y la incapacidad de proyectos de ley y debate sobre el sector empresarial o la oligarquía imperante como lo llamaria que generen un sistema tributario más equitativo.
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