domingo, 9 de junio de 2013

¿EL KIRCHNERISMO HA DIVIDIDO A LOS ARGENTINOS? (¿O YA ESTABAMOS DIVIDIDOS?).


Hay un consenso, en buena parte de la prensa, que alcanza vastos segmentos de la opinión pública  respecto a que el kirchnerismo habría situado una lógica binaria en la política y en la sociedad, una lógica antagónica cuyo motor es la instalación del conflicto  proveniente de la naturaleza inherentemente  crispada del gobierno. Esto es visto como un elemento pernicioso y perturbador per- sé para el régimen democrático en Argentina.                                                                                  

Pero el espíritu conflictivo del gobierno -que representa la soberanía popular- con las corporaciones  acostumbradas a mandar, celosas de sus privilegios, no configura un síntoma negativo en el cuerpo democrático, sino por el contrario le otorga vitalidad al mismo porque inyecta conductas o acciones re-politizadoras y re-ideologizantes en porciones significativas de la ciudadanía.

Si deseamos transitar desde una democracia procedimental schumpetereana, donde poseen preeminencia las elites políticas, tecnocráticas y corporativas a una democracia participativa con mayor protagonismo del pueblo, el  defenestrado, el demonizado “conflicto” resulta vital.

Se señala que el gobierno ha logrado, con sus políticas, una  división insalvable entre los argentinos. Que antes de la llegada del kirchnerismo  esta tragedia no estaba presente.

Lo cierto es que  el derrumbe del socialismo real y el advenimiento de la hegemonía neoliberal  había logrado diluir las identidades de clase y tradiciones nacionales y populares en una difusa opinión pública o en un termino etéreo  propagado por el mundo mediático como la “gente”;  pero las sociedades capitalistas y más aún las economías dependientes de nuestro hemisferio en el que nuestro país no constituye  una  excepción, la división entre opresores y oprimidos entre burguesía internacionalizada y pueblo, aunque camuflado por la cultura neoliberal seguían estando presente. El kirchnerismo  resignifica y pone en  el ágora pública esa escisión que es histórica, rescatando los ecos más progresistas de los movimientos nacionales combinándolos con  las necesidades y demandas civiles de las minorías en los nuevos tiempo.

Las clases dominantes y sus voceros mediáticos y también políticos machacan hasta el hartazgo  de modo hipócrita y  seudomoralista las virtudes superiores que radicarían  en el consenso sobre el conflicto, pero en realidad la sociedad consensual que proponen busca encubrir la dominación y la explotación que usufructúan sobre los sectores subalternos. Además  no es verídico que no haya consensos en la sociedad.  Existen consensos básicos, que se cristalizan en las instituciones republicanas, el  denominado estado de derecho constitucional, por las cuales se canalizan y se procesan  los conflictos de  manera pacífica  provenientes de la trama  social.

No estaría demás señalar que este andamiaje institucional  nace desde  orígenes  liberales por lo que las reglas de juego que la constituyen, si bien configuran una amalgama esencial para la protección de libertades y garantías individuales, poseen entre sus misiones centrales  conservar la propiedad privada de  las clases poseedoras.  Por lo que al partido, al juego democrático las fuerzas populares lo juegan en campo contrario, lo juegan de carácter visitante.

 

 
  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario