domingo, 24 de diciembre de 2017

EN ARGENTINA NO ES MARX ES POLIBIO



A dos años de la asunción presidencial de Mauricio Macri

Para Karl Marx y la tradición marxista en general, la historia  de la humanidad avanza en continuum  hacia estadios económicos, sociales y políticos superiores hasta llegar al comunismo.

Marx, aunque  autor de un pensamiento autónomo colosal, es también hijo de su tiempo. Y su tiempo es el del pensamiento moderno y positivista que sostiene una imagen lineal inexorable hacia el progreso indefinido de la condición humana, sustentado en el endiosamiento de la ciencia y el desarrollo de las fuerzas productivas durante el siglo XIX.

Para Polibio, pensador griego clásico (200 a. C), heredero de la tradición política antigua aristotélica-platónica, al contrario de la tradición moderna, la historia política social y económica de los pueblos no se explica de manera lineal y en avance indefinido, sino en ciclos.

La historia se trata de  un ciclo recurrente de los distintos  regímenes políticos y sociales.
Así,  los regímenes políticos y sociales oscilan entre formas “puras” que gobiernan para el bien común, a formas “impuras” de gobierno que se orientan  sólo a intereses particulares y elitistas en un ciclo que se reedita en el tiempo.

En Argentina no es Marx, es Polibio.

Si nos referimos sólo al siglo XX, oscila entre gobiernos elitistas y conservadores y el advenimiento de experiencias populares y plebeyas que ocupan las estructuras del Estado para regresar mediante golpes militares a gestiones antidemocráticas.

El advenimiento del Radicalismo, que incorpora demandas de las nuevas clases medias, hijos de inmigrantes, parece poner fin al país elitista y exclusivo de la generación del ’80. Pero este país  se restaura mediante el golpe del ‘30 y la denominada “década infame” del fraude y el neocolonialismo.

La llegada del Peronismo, incorpora la a clase obrera a la ciudadanía social y a las mujeres a la vida política con la ampliación al sufragio femenino, pero  se interrumpe con un nuevo golpe de estado en el ‘55.

En los comienzos de los ‘60, aunque con Juan Perón proscripto y exiliado, el radical Arturo Illia ensaya algún atisbo de autonomía de los militares y sus programas regresivos pero rápidamente es separado del cargo por las fuerzas castrenses.

El regreso del Peronismo, junto al faro de la revolución socialista en sus militantes juveniles que invocan la experiencia cubana,  finaliza en el exterminio social de la dictadura de los ’70.

Y más reciente, en la actualidad, desde diciembre del 2015, tras doce años de una experiencia que se la denomina nacional-popular o neodesarrollista con inclusión social, se instaura el Neoliberalismo con el gobierno de Cambiemos.

Ese año no se produjo un simple cambio de gobierno sino la restauración de un modelo de acumulación  financiera y ajuste popular muy similar a aquel que predominara durante el período 1975-2001. Mega-endeudamiento para financiar fuga de capitales, regresión impositiva y contra-reformas en el sistema previsional y laboral así lo reflejan.

La novedad es que esta “nueva derecha”, como señalan algunos autores, no llega por primera vez en la historia a través de golpes de estado sino por elección popular.
Lo que no resulta novedoso es el desgarramiento del Estado de derecho que se manifiesta en la persecución penal de dirigentes y referentes de la oposición, miembros del gobierno anterior.

Tampoco resulta novedosa (es cíclico a lo Polibio) la forma brutal, descarada e ilegal del uso de la fuerza pública con similitudes a sus homónimos  derechistas y conservadores del pasado. Los casos de Milagro Salas, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y los cientos de heridos en marchas y movilizaciones así lo reflejan, así lo atestiguan, así lo confirman.








lunes, 4 de diciembre de 2017

CAMBIEMOS Y EL PENDULO DE LAS PYMES





Hace unos días la CAME, entidad gremial que nuclea y representa a pequeñas y medianas empresas en Argentina, emitió un comunicado donde señala su apoyo al programa de ajuste y “reformas” lanzadas por Cambiemos desde el gobierno nacional.

¿Se trata de un apoyo sorpresivo el de esta entidad gremial empresaria al gobierno de Mauricio Macri? .

Si nos remitimos a los datos laborales actuales no  debería resultar impensada tal declaración de la CAME.

Además del ámbito rural, es en las Pymes donde radica el mayor índice de empleo informal en la economía del país.

Este sector, palabras más palabras menos, señala que esta situación precaria de sus empleados se debe al alto “costo laboral” que implica regularizar su planta de trabajadores.

Es un discurso muy similar al planteado por las elites gubernamentales de Cambiemos para justificar su plan de flexibilización y precarización del mundo del trabajo.
Lo paradójico  que históricamente es durante los gobiernos populares, por sus políticas orientadas al mercado interno, estímulo a la demanda y al consumo  cuando las Pymes se  ven altamente beneficiadas.

Actualmente Cambiemos aplica un cronograma de “actualización tarifaria” así como una política de consumo popular limitada que las perjudica.

Durante el kirchnerismo se generaron cientos de miles de Pymes nuevas, resultando sujetos centrales en la ecuación económica de la anterior gestión.
Sin embargo hoy esa declaración de la CAME las encolumna detrás de la actual gestión de Cambiemos y de los intereses y la percepción de la alta burguesía concentrada local  e internacional.

A decir verdad,  no es este, un comportamiento novedoso  de la “burguesía nacional” en Argentina.

Tanto durante el primer peronismo como durante el kirchnerismo las Pymes perciben su rentabilidades  vinculadas  a un  consumo popular frondoso que aquellos le garantizan, pero cuando la orientación económica y política cambia los salarios son percibido más como un “costo” que como posible fuente de ganancia.

Se trata de  una actitud  históricamente pendular o cíclica la del “empresariado mercado-internista”  que oscila entre aliarse con la clase obrera o subordinarse   a la alta burguesía.

Incluso cuando en el imaginario político-ideológico policlasista que sustenta a los gobiernos populares las fracciones de la pequeña y mediana burguesía  formarían parte del “pueblo” en articulación con la clase obrera  en el enfrentamiento con el establichment o la oligarquía.

También es verídico, para no generalizar, que anidan en su seno actores progresivos que toman protagonismo cuando las falencias de los gobiernos neoliberales se vuelven muy evidentes.

A modo de ejemplo:

Estos actores toman relevancia  contra la dictadura de Ongania en los ‘60, y sus efectos perniciosos de su plan de modernización,  simpatizando incluso con el  “Cordobazo” y las luchas armadas posteriores que reclamaban el regreso de Perón tras 18 año de proscripción.

Asumieron también cierto protagonismo sobre los epílogos frustantes de los ensayos neoliberales de la dictadura de los setentas y el menemismo noventista, cuyos modelos condujeron a la quiebra de miles de Pymes.

Quizás esos actores  progresistas resurjan  cuando el neoliberalismo  reinante actual muestre  resultados económicos y sociales aún peores.

sábado, 11 de noviembre de 2017

LAS “REFORMAS PERMANENTES” DE CAMBIEMOS EN LA VINCULACIÓN CAPITAL-TRABAJO.



En las unidades productivas, en las empresas, en los comercios, en las fábricas la cotidianidad laboral está atravesada por relaciones de poder entre los patrones y trabajadores.
Como sabemos, al menos desde Karl Marx, esas relaciones “de entrada” son asimétricas y absolutamente desiguales en el mercado capitalista.

En este  el trabajador sólo posee la fuerza de trabajo  que debe ofrecerla al capitalista para poder “vivir” en tanto la burguesía es la dueña de los medios de producción por lo que su capacidad de supervivencia es más larga y perdurable en el tiempo que la de los obreros.

Los Estados de Bienestar en Europa y el peronismo en Argentina, desde mediados del siglo XIX, mitigan esa relación asimétrica des-mercantilizando al menos parcialmente la fuerza de trabajo.
Esto implicó que los derechos laborales, las conquistas sociales, los relativos altos salarios y las viviendas populares modificaron esas relaciones asimétricas entre capital y trabajo en beneficio de este último.

No se trató de  la panacea socialista y comunista de la búsqueda de autonomía plena de la clase obrera, pensada por el marxismo, pero al menos, y hoy no sería poca cosa tras el derrumbe del bloque soviético y un neoliberalismo hegemónico a escala planetaria, ese Estado de Bienestar mitigó la situación de absoluto desamparo y vulnerabilidad de los trabajadores de un mercado capitalista “puro”.

En los años recientes, tras los resultados desastrosos en términos de pobreza, indigencia y desigualdad que dejó el modelo conservador de los ‘90, el  kirchnerismo  reeditó  avances (al estilo del  peronismo clásico) en el sentido des-mercantilizador mediante asignaciones sociales y jubilaciones universales, viviendas populares y una orientación económica hacia el pleno empleo que afectaron las relaciones laborales en ayuda, en auxilio al trabajo. Auxilio, que las clases dominantes en Argentina parecen no perdonarle.

Es sintomático, que desde que asumió Macri  la presidencia, las figuras encarceladas “preventivamente”, hayan sido figuras icónicas de la gestión anterior en las mejoras de la condiciones del trabajo frente al capital como son los casos de Milagro Salas (y sus planes de vivienda y escuelas), Amado Boudou (artífice intelectual y práctico de la expropiación de las AFJP en beneficios de jubilaciones y asignaciones sociales masivas) y el mismo Julio De Vido (a cargo de la obra pública).

El programa de “reformas” recientemente presentado por Mauricio Macri implica claramente una contraofensiva de las clases dominantes sobre los trabajadores para cambiar las relaciones de poder y las condiciones laborales en favor de los patrones o las distintas fracciones de la burguesía.

Al parecer este sería solo el puntapié inicial desde la percepción del actual gobierno, porque desde Cambiemos hacen referencia a un programa de “reformas permanentes”.

La idea de fondo, en tren de estimular las inversiones y el crecimiento, sin temor a exagerar es conducirnos a una situación parecida a la descripta por Marx de trabajadores pauperizados de mediados del siglo XIX a todo el universo laboral en Argentina. Situación donde el trabajador sólo posee la fuerza de trabajo y está obligado a venderla apresuradamente a los capitalistas “si quiere continuar con vida”.






















sábado, 28 de octubre de 2017

EL TRIUNFO DE CAMBIEMOS Y LA ILUSIÓN QUE TE CONDENA



Hay una conocida canción de un grupo de rock nacional cuyo estribillo repite “la ilusión que te condena”.

Un compañero ideológico cuando Cambiemos gana en el proceso electoral del 2015 me decía: “no se quieren dar cuenta que votan una ilusión” en relación a los ciudadanos que optaban en las urnas por el entonces candidato a la presidencia Mauricio Macri.

Quizás muchos de quienes nos encontramos de este lado de la “grieta” pensábamos que el primer año de Cambiemos en gestión iba a derrumbar “la ilusión”.

Por “ilusión” entiende el diccionario de lengua española como “esperanza que carece de fundamento en la realidad”

En la “realidad concreta” consumada la macro -devaluación, el tarifazo, la quita de impuestos a los ricos y  la regresión distributiva en prejuicio de los sectores populares, la sociedad iba a “despertar” y castigar a Cambiemos en los comicios subsiguientes.

Sin embargo el triunfo contundente de Cambiemos en estas elecciones de medio término refuta esta perspectiva.

Paritarias y obra pública durante este año, algo de “kirchnerismo económico” pero con endeudamiento ha permitido un “efecto rebote” tras el ajustazo del 2016 que puede contribuir a explicar el resultado en las urnas.

De todos modos, coinciden el grueso de los analistas, no es la economía la que explica el triunfo de Cambiemos, cuyos resultados son limitados en términos de crecimiento y residuales en mejoras palpables para las mayorías, con ingresos que si se los compara en forma global al 2015, último año del kirchnerismo en el gobierno, se han deteriorado.

Es en el terreno político-cultural  donde hay que buscar los motivos de un Cambiemos que se consolida en el panorama nacional.

Con una ayuda mediática inaudita ha logrado instalar un imaginario social de modernización en torno a los valores del mercado en clases medias, trabajadores integrados (que antes eran electores del kirchnerismo) e incluso en segmentos (aunque en bajos porcentajes) de laburantes informales beneficiarios de las políticas sociales.

Esto incluye un consenso social en  la necesidad de asumir sacrificios en función de  sortear los problemas de la “pesada herencia”, la corrupción, etc machacados hasta el hartazgo por los medios hegemónicos de comunicación.

El presidente Macri sostiene convencido que el camino de las “reformas” nos va a encajar en el tren definido del progreso.
Reformas que incuban sacrificios necesarios, pero imprescindibles para iniciar ese derrotero.

En estos días, envalentonado el presidente, tras el rimbombante triunfo electoral convoca a diversos actores: sindicalistas, gobernadores, intendentes para consensuar el publicitado paquete de reformas previsional, laboral e impositiva que inicie el camino definitivo de desarrollo en la Argentina.

Estas “nuevas”  reformas que propone Cambiemos se sostienen en una “ilusión” de fondo: la ilusión liberal o neoliberal que señala que más capitalismo conduce a reducir la pobreza.

Esta “ilusión” convoca a municipios y gobernaciones a bajar la presión impositiva sobre el capital.

Convoca a los sindicatos a flexibilizar el trabajo para hacer competitivo al capital.

De este modo, más mercado y menos Estado dinamizarían la economía incorporando al trabajo genuino a beneficiarios postrados de planes sociales.
En tanto, los recursos que se perderían en ingresos al fisco, se compensaría por menor gasto público en políticas sociales y clientelares.

Si el programa resultara “exitoso” en el los términos de Cambiemos,  podría fomentar algún tipo de crecimiento que mejore en forma limitada y modesta el índice de empleo.

Eso si, un empleo precario y de baja calidad al tiempo que obligaría al fisco en todos sus niveles a aumentar el endeudamiento por la caída de ingresos en la recaudación impositiva.

Finalmente, el Estado nacional podría aminorar por un lado el déficit público en tanto se consumara el aumento en la edad jubilatoria y la reducción de erogaciones por la continuidad de los tarifazos, pero por otro lado esos recursos ahorrados deberían destinarse al pago de intereses de una deuda externa crecientemente abultada.


Recordemos que, antes de llegar al gobierno, un latiguillo permanente de Cambiemos señalaba que con la llegada de un elenco “confiable” de funcionarios al gobierno  una lluvia de inversiones extranjeras arribaría al país.

Resultados a la vista: nunca se produjo tal “lluvia”, es más disminuyó la Inversión Extranjera Directa (IED) en relación al “populismo” anterior.

Otra premisa de la derecha era que la devaluación y la quita de las retenciones estimularían las exportaciones.
Resultados: No sólo no se incrementaron, incluso las exportaciones disminuyeron por caída de precios pero también en volúmenes.

Otra promesa incumplida del conservadurismo era que la eliminación del “cepo cambiario” generaría un clima de confianza que revertiría la fuga de capitales.  

Resultado a la vista: se incrementó la fuga de divisas.

Y por último se señalaba que la inflación bajaría con un Banco Central autónomo y sincerando el Indec.
Resultado: El promedio de los casi dos años de gestión de Cambiemos produjo unos de los picos inflacionarios más altos de los últimos 25 años.

Visto, entonces, estos antecedentes recientes surge la pregunta.

¿Qué garantiza ahora que acentuando el programa regresivo y la pérdida de derechos en trabajadores integrados redunde en una reducción, palpable de la pobreza y la exclusión, perdurable y exitosa en el tiempo?

La “ilusión” neoliberal, que te condena.


lunes, 28 de agosto de 2017

¿EXISTE UNA NUEVA DERECHA EN ARGENTINA?


Hace unos días atrás, tras las Pasos, un artículo del director del Lemonde Diplomatique en Pagina/12 José Natanson provocó una bataola de discusiones y problematizaciones  en  redes sociales y medios alternativos.
El autor ratificaba, a partir del triunfo nacional de Cambiemos, el advenimiento de una “nueva derecha”  democrática y renovada.
Esta conceptualización, “nueva derecha”,implica en la percepción de militantes, periodistas e intelectuales “nac & pop” y de izquierda cierta “lavada de cara” a una derecha considerada reaccionaria y autoritaria en continuidad con las experiencias tradicionales en la Argentina.
 Esta  conceptualización “nueva derecha”, vale aclarar no es sólo local y original del autor, sino que se trabaja e implica líneas de investigación, también, en el resto de América Latina en círculos  académicos y universitarios.
Pero vayamos al grano y repasemos los argumentos Natanson:
       1)   El autor señala que se trata de una derecha democrática, puesto que es la primera experiencia de una derecha pura que llega al gobierno por medio de elecciones, con legitimidad popular.
En esto específicamente le cabe la razón.
Se achacará que el menemismo en los ‘90 conseguía la reelección luego de transparentar un programa neoliberar de privatizaciones, endeudamiento y apertura comercial.
Es cierto, pero no es menos real que aquella derecha neoliberal iba montada y combinada con la cultura y la estructura de un partido popular: el peronismo.
 Lo que omite Natanson, y en este tienen razón sus críticos, es que se trata de una derecha, si bien democrática, atravesada por prácticas de una república desgarrada.
Cambiemos tras un rostro aparentemente tolerante, pluralista y dialoguista aplica violaciones fragantes a los derechos humanos, (desaparición de Santiago Maldonado, encarcelamiento ilegal de Milagros Salas) avasallamiento y persecución  a jueces no afines, decretazos en la elección de los jueces de la Corte Suprema y derogación de la ley democrática de comunicación, expulsión de investigadores del Conicet, el 2X1 entre otras.
Al igual que las derechas tradicionales, acusa a la experiencia populista anterior de autoritaria y poco apego a las instituciones, pero es Cambiemos que en  la gestión suspende y afecta las garantías y libertades propias del Estado de derecho.
Además la conforman personajes, cínicos, oscuros  y reaccionarios parecidos a miembros de  otroras dictaduras de derecha.

2)Natanson señala que Cambiemos  configura una nueva derecha  no privatizadora y antiestatista que mantiene incluso las políticas sociales del gobierno anterior, aunque reconoce su caracter anti -industrialista, endeudador y aperturista como sus homónimos tradicionales.

Respuesta:

Que mantenga o conserve empresas nacionalizadas o estatizadas durante la gestión anterior, no lo convierte en una experiencia reformista-novedosa.

L a dictadura de los ‘70, en manos de Videla y el ministro de economía Martin de Hoz, tampoco llevó a cabo un plan de privatizaciones a gran escala.

 Cambiemos, a diferencia de los ‘90 no heredó una hiperinflación que reflejara la implosión del modelo estado-céntrico como esquema de acumulación en Argentina, por lo que no hay   margen, aún, para generar un consenso social acerca de la necesidad de un plan de “reformas” como entonces.

Al macrismo en ese terreno las condiciones les son adversas, y los avances en la correlación de fuerzas en beneficio del trabajo –durante el kirchnerismo- en relación al capital le impiden aplicar un   programa neoliberal estricto.


No es que no quiera, sino que el “gradualismo” se lo auto-impone como resultado de condiciones contextuales adversas.

Lo que no implica que, si confirma su pírrico triunfo en las legislaturas nacionales en octubre, no avance en una agenda antisindical de flexibilización laboral, regresión impositiva en beneficio del capital, y ajustes en el sistema jubilatorio.

Por otra parte, es verídico que las políticas sociales y jubilaciones se conservan, pero con un poder adquisitivo  bastante machuco a raíz de la fuerte devaluación de la moneda durante el inicio del gobierno de Cambiemos.


 3) Natanson señala que Cambiemos diseña y trabaja sus campañas en torno a un marketing político new age alejado de concepciones colectivista de la política.

En su esquema publicitario las figuras de la ciudadanía o el pueblo son reemplazados por la figura concreta del “vecino” mediante visitas por timbreo o las campañas particularizadas vías redes sociales.
Además interpreta que Cambiemos ha sabido interpretar tendencias y valores invidualistas y conservadoras de ciertos segmentos medios.

Respuesta:

Este diagnóstico es parcialmente certero en relación a ciertas novedades en  torno a las técnicas o formatos del marketing político, pero el neoliberalismo actual como los anteriores, además de un programa económico y social implica un modo de interpretar la realidad, un esquema de valores y percepciones del orden social y político.

En este sentido el neoliberalismo de hoy como los precedentes implica, en  términos de un gran intelectual italiano de principios del siglo XX, una “dirección moral y cultural” de la gran burguesía local e internacional sobre los sectores subalternos.

Y segmentos de clase media acomodada, en el neoliberalismo actual como en los anteriores, son los primeros en hacer de soporte de tal “dirección”.

De lo que se trata, es de configurar una hegemonía donde predominen los valores en torno a la eficiencia, el mercado y el éxito individual que predominen sobre las ideas comunitarias, igualadoras y emancipadoras.

En la construcción de esa hegemonía es que trabaja, con el apoyo incondicional de medios dominantes de comunicación, en forma cotidiana Cambiemos.

Y, digamos de paso, cuando esa hegemonía “falla”, no duda en aplicar la fuerza de manera desencarna y brutal con parecidos  de familia a sus homónimos históricos.

Conclusión:

Desde estas líneas se reconoce la honestidad intelectual del autor cuando finaliza su artículo señalando  que  “al adversario hay que caracterizarlo de la mejor forma para poder derrotarlo”.

Pero así como Natanson hace un esfuerzo en describir  “novedades” de Cambiemos con ese objetivo, es necesario también, señalar que hay una densidad de continuidades, en el terreno institucional, cultural y económico entre  Cambiemos y las derechas precedentes y tradicionales, que hacen que  el mote de “nueva derecha”  le quede bastante grande.









  

sábado, 19 de agosto de 2017

PASOS 2017: Un Cambiemos nacional, la perdurabilidad del kirchnerismo, la debacle de los conservadurismos en las provincias.





Cambiemos se ratifica, en relación a las presidenciales 2015, consagrándose como la primera minoría en todo el país, con alrededor del 36% de los votos (8 millones y medio de sufragios).

El porcentaje no es menor si tenemos en cuenta que en el terreno económico no tiene grandes logros que mostrar, más que cierre de empresas y aumento de la desocupación en los conglomerados urbanos de alta densidad.

Ligeramente distinto puede ser la situación en la argentina semi-pastoril.

En las ciudades vinculadas al campo.

La reactivación del sector con la quita de retenciones a las exportaciones, vuelca a la burguesía agraria al consumo automotriz y a las inversiones en construcción con algún efecto palpable en la dinámica económica y social en esas ciudades.

La mayoría de los analistas (de distinto pelaje ideológico) coinciden en explicar el voto de Cambiemos en tono al clivaje de la actividad económica desarrollada.

En este sentido, en las ciudades más vinculadas a la actividad agropecuaria el electorado se vuelca masivamente a Cambiemos, en tanto el Conurbano industrial de la provincia de Bs As es preponderante el apoyo a Unidad Ciudadana.

Aunque esta explicación, encuentra su límite en el triunfo del “Chivo”  Agustin Rossi, candidato de Unidad  Ciudadana, en  Santa Fe, un distrito sojero por excelencia.

Una provincia que además en términos políticos péndula hace décadas de modo estricto entre la socialdemocracia “blanca” clasemediera  que encarna el Socialismo(en alianza con el Radicalismo) y el Peronismo conservador.

Un Rossi kirchnerista estigmatizado desde  el conflicto agropower del 2008  logra un batacazo, que los medios hegemónicos nacionales  no se han tomado el trabajo en desentrañar.

Previeren minimizarlo, invisibilizarlo.

El caso de Santa Fe también es importante para no soslayar las particularidades locales y provinciales.

 No se trata de relativizar el triunfo de Cambiemos a nivel nacional, pero este se hace fuerte, además de ciudades agropecuarias menos dependiente del Estado, en provincias cuyas gestiones   llevan entre  dos y más de tres décadas en los gobiernos como son los casos de:  el PJ en Córdoba, San Luis y el conservadurismo del Movimiento Nacional Neuquino en Neuquen.

 En estos casos los electores parecen demandar un reemplazo, un cambio generacional de sus representantes, más que ideológico, y han sido las fórmulas de Cambiemos quienes aprovecharon mejor este reclamo.

“Todo lo solido se desintegra en el aire” dice un clásico de las Ciencias Sociales, y en estos casos los comprovincianos apelaron al discurso modernizador de Cambiemos, cierta estética new age y al viento mediático a favor para alertar, para alarmar a gobiernos provinciales que parecían inexpugnables (recordemos que estas Pasos son comicios legislativos, pero marcan un antecedente peligroso para la continuidad de los oficialismos cuando lleguen las elecciones a cargos ejecutivos).

No obstante, en el caso puntano, la paliza electoral de alrededor de 20 punto de Claudio Poggi a la dinastia  de los hermanos Saá y un kirchnerismo local que queda asociado a la desgracia feudal, deja un saldo positivo: los votos del oficialismo,  de buen volumen en la provincia, colaboran en  el conteo global  de Unidad Ciudadana .

Una fuerza política que alcanza junto a sus aliados los 6 millones y medio de sufragios.

Un apoyo electoral que no deja de ser envidiable, si tenemos en cuenta que se trata de experiencia política que gobernó el país durante los recientes doce años, desgastada por la demonización de los medios dominantes de comunicación.

De cara a las elecciones legislativas de octubre los principales analistas, periodistas y encuestadores señalan que Cambiemos tiene un techo más alto para crecer frente a la imagen negativa de la conductora de Unidad Ciudadana Cristina Kirchner.

Es posible que así sea, aunque en política siempre hay lugar para las sorpresas.

 En lo que equivocan es en pensar al kirchnerismo como un fenómeno pasajero destinado a licuarse en el corto plazo, o lo sumo  a convertirse en una experiencia marginal, casi testimonial sin peso específico con visos a tallar  en las grandes ligas de la política nacional.

No han tomado nota que se trata de una identidad consolidada que puede ganar o perder elecciones, pero con una potencia intacta para disputar el ejecutivo en los próximos años e incluso décadas.

 Cambiemos, diestro en el terreno simbólico montado en valores y en un marketing  político  liviano que se adecua a cierta cultura individualista y “posmo” de segmentos de clase media y alta pero que hegemoniza también, en estos tiempos, a sectores populares, se sostiene en  la realidad material en el grifo del endeudamiento.

Es una dependencia peligrosa, cuando el ciclo del endeudamiento se limite, por experiencia histórica sabemos que más temprano que tarde se corta, no habrá recursos de cotillón  que alcance para disimularlo.