miércoles, 8 de mayo de 2013

TRES ENFOQUES TEÓRICOS IDEOLÓGICOS PARA ANALIZAR EL LOCK OUT DEL SECTOR AGRARIO AL GOBIERNO DE CRISTINA FERNÁNDEZ DURANTE EL AÑO 2008 (Publicado en Revista Electrónica de Psicología Política Año 9 Nº 27 de la UNSL, en marzo de 2012)

Desde los meses en que se desata el conflicto rural a principios del año 2008 hasta la actualidad se ha incrementado la exposición de intelectuales en la prensa escrita (de distintas vertientes ideológicas) reflexionando a favor o en contra de los actores en disputa: la oligarquía agropecuaria con el apoyo de participación de los pequeños y medianos propietarios pampeanos vs el gobierno kirchnerista.

Con el propósito de simplificar distinguiremos tres vertientes teóricas que nos permiten observar y discutir el problema del gobierno con el campo desde ángulos diversos y contrapuestos: el pensamiento el nacional –popular (que lo identifico en intelectuales de la denominada “Carta Abierta”) el pensamiento republicano (conservador y progresista) y la postura marxista.

1-Los intelectuales de “Carta Abierta”, que apoyan al oficialismo, perciben en el conflicto agrario un ataque claramente destituyente de la institucionalidad por parte de lo que consideran la oligarquía agropecuaria representados en entidades como la Sociedad Rural y CRA. Sostienen que los sectores dominantes, ante la falta del estamento castrense recurren al desabastecimiento y el lock-out patronal motorizado por los pequeños propietarios rurales (Federación Agraria), intentado derrumbar al que consideran un gobierno nacional y popular que busca redistribuir la riqueza hacia los sectores asalariados mediante un modelo que desarrolle el mercado-interno con inclusión social.

Sería la reedición clásica de la división peronismo-antiperonismo, patria –antipatria, pueblo-oligarquía con otros condimentos puesto que este gobierno tiene elementos ideológicos más a la izquierda que el peronismo clásico. Si bien es cierto y razones no les falta a esta línea de pensamiento en observar en la gestión kirchnerista una experiencia permeable a las demandas de los sectores subalternos que ha abierto expectativas progresistas, el problema que presenta en algunos pensadores de esta campo intelectual es cierta exageración conceptual al momento de diagnosticar el kirchnerimo, cuando por ejemplo es definido como populismo (Ernesto Laclau) o gobierno-nacional-popular (Norberto Galasso, Pacho O’donnell) (emparentándolo por ejemplo con el primer peronismo).

El fenómeno del populismo se produce en América latina en ciertas condiciones sociales y económicas propias del capitalismo de posguerra signado por amplios márgenes por parte de las unidades nacionales para desarrollar políticas redistributivas de amplio alcance social.Actualmente la denominada globalización una economía hiper-transnacionalizadas y poderes fácticos locales, sumado a una sociedad desmovilizada y des-ideologizada establecen límites a las capacidades estatales en un contexto democrático. Aun reconociendo la recuperación de estas últimas por parte de los gobiernos progresistas de la región tras el neoliberalismo de la década anterior existe todavía una brecha significativa en este terreno con los viejos populismos.

2-Los pensadores marxistas (Atilio Borón, Eduardo Gruner, Claudio Katz) reconocen en la experiencia kirchnerista un giro neo-desarrollista con vocación industrializadora respecto al neoliberalismo financiero noventista. No obstante consideran que como en toda economía capitalista el K a pesar de la búsqueda de ciertos márgenes de autonomía y de la presencia de tenciones con los fracciones empresarias, se encuentra atado estructuralmente a los sectores dominantes. Esto se ve reflejado en la negativa de las elites diligénciales del oficialismo para implementar políticas fuertemente redistributivas en beneficio de los sectores populares que puedan perjudicar los costos y la rentabilidad empresarial.

A diferencia del los argumentos del pensamiento nacional y popular que observan en el conflicto rural una reedición del enfrentamiento clásico entre peronismo y oligarquía los marxista locales perciben una puja, no distributiva sino interna en la clase dominante.

El problema de los exponentes de esta línea de pensamiento es que en su oposición visceral al sistema económico capitalista relativizan las mejoras en las condiciones sociales o laborales que puedan ocurrir en el mismo a partir de un gobierno progresista o que se pretenda progresista.
 Además desde esta concepción teórica se moderan las diferencias que podrían encontrarse en las expectativas de los asalariados o sectores populares frente a la presencia de un gobierno centro-izquierdista que de una gestión de centro-derecha o neoliberal. En tanto las dos gestiones (aunque con matices) son percibidas como perjudícales para las clases trabajadoras ya que son entendidas como epifenómenos “súper -estructurales” embaucadores de la relaciones de explotación capitalista.

3- La posición del pensamiento republicano conservador (Sebrelli, Marcos Aguini, Mariano Grondona, Jorge Asis) o reformista ( Guillermo O’donnell, Hugo Quiroga, Vicente Palermo) percibe en la mayor parte de la gestión K elementos autoritarios, personalistas, caudillistas, demagógicos, que lo identificarían, según esta línea intelectual, al populismo chavista en Venezuela o la experiencia de Evo Morales en Bolivia distanciado de lo que asemejan a una izquierda moderna e institucionalizada como el progresismo de Tabaré Vazquez y José Mujica en Uruguay o Bachelet en Chile.

Con este diagnóstico de fondo de los K el enfrentamiento con el campo sería producto de las pretensiones hegemónicas del gobierno. El aumento de las retenciones es explicado por una supuesta voracidad del gobierno central que socavaría la organización federal y perjudicaría la economía los pueblos del interior. Según esta concepción, con la apropiación de los excedentes agropecuarios se reproduce la dominación hegemónica del matrimonio K en la política nacional, mediante el “desicionismo presupuestario” (Hugo Quiroga) que permite disciplinar a los gobernadores al tiempo que se consolidan las lógicas clientelísticas y asistencialitas en los bolsones pobres del conurbano.
 En el terreno económico las posturas van desde la segmentación de las retenciones en proporción a la escala de la propiedad agraria (los republicanos progresistas) hasta su eliminación total (republicanos conservadores) para, según este criterio, no obstaculizar el crecimiento económico.

El problema del pensamiento político republicano (sobre todo en su variante conservadora) es que se escandaliza con la centralización de las decisiones en el ejecutivo cuando se trata de gobiernos nacionalistas-populares o centroizquierdistas pero no reconoce ni critica las tendencias delegativas o hiper-presidencialitas de los gobiernos neoliberales que asolaron la región durante los ’90.

La propuesta republicana en tanto por un lado remarca las bondades de los mecanismos institucionales liberales para evitar el absolutismo o el autoritarismo que según ellos pueda traer el populismo, por otro ocultan que los principios constitucionales como el sistema de balanceo de frenos y contrapesos, la representación fiduciaria y la organización federal se implementaron por el liberalismo político clásico(Locke, Mostesquieu y Madison), para proteger a la propiedad privada de los poderosos ante las mayorías desposeídas . Bregan por los valores del diálogo y la construcción de consensos a través de las instituciones republicanas disimulando con ello la permanencia y la reproducción de la dominación y la desigualdad en la sociedad latinoamericana.

En lo referente al conflicto con el campo el pensamiento republicano demuestra incoherencia argumentativa (o doble discurso) exacerbando las críticas al kirchnerismo tildándolo de autoritario y conflictivo (cuando a decir verdad la gestión nacional no utilizó nunca la represión estatal) mientras el lock-out campestre con la toma de rutas y desabastecimiento incluido es sinónimo de democracia y republicanismo. En el terreno económico, como se dijo, justifican la segmentación o eliminación de las retenciones para multiplicar la inversión y proseguir por la senda del crecimiento económico. No obstante se niegan a percibir que la dinámica del mercado por si sola si bien puede aumentar la masa laboral, no reduce la desigualdad ni la pobreza significativamente sino es a través de la intervención estatal con políticas sostenidas en la redistribución del ingreso. Por esto es importante en el caso argentino, en un escenario de precios estrafalarios, la implementación de las retenciones para captar buena parte de la renta extraordinaria agraria y volcarla con sentido distributivo hacia los sectores populares (y a la postre continuar con el crecimiento, como se dice en la jerga de la economía, por el lado de la “demanda” y no siempre por el lado de la “oferta”).

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