miércoles, 8 de mayo de 2013

UNA RADIOGRAFÍA DE LA CLASE MEDIA Y SU RELACIÓN CON EL KIRCHNERISMO (2009)

Si existe un sector susceptible de ser hegemonizado por los valores dominantes, no sólo en el presente sino en gran parte de la historia argentina, sin dudas ésta ha sido la clase media o en términos de Jaureche el “medio pelo” argentino. La mayoría de los analistas han considerado que desde las elecciones presidenciales 2003 a ésta parte los K han tenido enormes dificultades para lograr la anuencia del electorado medio. Y cierto es que, en términos comparativos, tanto la presidencia de Menem como la de De La Rua tuvieron bases de sustentación más plurales y heterogéneas que el kirchnerismo, incorporando en masa apoyos electorales de la clase media conjuntamente con los estamentos adinerados y estratos populares de la sociedad. La pregunta que se me ocurre en una primera instancia es ¿por qué la clase media que se recupera en términos económicos a comparación de la situación que vivía durante la crisis del 2011 en todo el proceso de recuperación de las capacidades estatales por parte de las gestiones K, paradójicamente se vuelve crecientemente hostil al oficialismo?.... ¿Dónde quedó aquella alianza que parecía pergeñarse durante las manifestaciones del 2001 entre los sectores medios y los sectores populares, o caracterizados en otros términos entre los pequeños burgueses, a quienes el sistema financiero le había succionado sus ahorros y los movimientos piqueteros a quienes la economía del Consenso de Washington les había quitado el trabajo?.Teniendo en cuenta, incluso que estos últimos en varios de sus legiones se han integrado, con distintos grados de tensión, a las políticas sociales del gobierno.

Quizás sean interrogantes muy pretenciosos para intentar dar una respuesta en pocas líneas, considerando que la denominada clase media no es un todo homogéneo fácil de analizar. Es sabido que en ella conviven los más variados estamentos económicos, culturales con diferencias en sus perspectivas ideológicas y políticas. Igualmente voy a arriesgar, casi instintivamente, en esta parte del artículo, una segmentación en tres grandes sectores de la clase nombrada, identificando ciertas características culturales, ideológicas y políticas que a mi entender son propios de cada fracción, y a la vez permita visualizar singulares modos de vinculación de cada uno de ellos con los gobiernos constitucionales kirchneristas :

1-El primer estamento que se analiza cubre, se podría decir, una buena porción, por no afirmar la mayoría, de las personas de la denominada clase media. Estas se caracterizan por la apatía y el desinterés en la política, en los asuntos públicos. Atravesadas por una cultura hedonista, consumista y narcisista propia de la sociedad de los ´90, reniegan de la política y sólo ven en ésta una actividad al servicio o de utilidad de las élites que la ejercitan, es decir de los políticos profesionales en términos weberianos. Las conductas, los hábitos y el modo de vida cotidiano despolitizado de los integrantes de este segmento, tal vez remarcados en sus generaciones más jóvenes, están vinculados a las transformaciones de la trama social. Una trama social individualizada y fragmentada en Argentina que asume sus características de mayor relevancia, como se dijo, durante el menemismo con la retirada del estado de la economía, pero que también es en parte consecuencia del terrorismo militar de los ‘70 que impuso una cultura del “miedo” y del “no te metas” que calara hondo en la sociedad (Daniel García Delgado, 2001, p 61).

Los numerosos ciudadanos de este segmento son pocos propensos a participar en acciones colectivas; absorbidos la mayor parte del tiempo en las exigencias laborales que impone la dinámica del mercado y en el consumo de los productos culturales y de imágenes que propagan los masivos medios de comunicación. Es un sector que irrumpe sólo en el espacio público cuando, digámoslo así, “le tocan el bolsillo” a sus miembros, pero está imposibilitado de generar identidades con cierta perdurabilidad en el tiempo. Se caracteriza en sus protestas por irrupciones cerradas y dogmáticas impugnadoras de la política (ejemplos típicos el de los ahorristas en el que “se vayan todos del 2001” y los propietarios rurales en el “no a las retenciones” del conflicto agrario). Es un segmento que ejerce la ciudadanía política en los procesos electorales, en buena medida, más por obligación constitucional que por acto voluntario cívico y autónomo. Estos son los únicos raptos en que el “homo economicus” y el “homo videns” dejan su cotidianeidad al “zoon politikon”. Pero éste se reproduce desideologizado, no distingue entre propuestas y candidatos de izquierda o de derecha. La antítesis del ideal democrático clásico, no estamos en presencia de un ciudadano autónomo y virtuoso sino de un mero receptor de las imágenes de los medios de comunicación. Este estamento de la clase media es “presa fácil” de los medios concentrados que configuran la agenda política y el sentido común. Así se generan liderazgos efímeros y volátiles que en un breve lapso pasan de estrellato político a la denigración total.

2- Un segundo segmento de la clase media posee, bien o mal, un corte ideológico de mayor definición. Tal vez algunos de sus miembros sin ser cabalmente concientes de ello asumen los valores de lo que normalmente se vincula con el conservadurismo o la centro- derecha. Pueden por herencia familiar reconocerse identificados con los partidos tradicionales, el radicalismo o el peronismo, pero están disconformes con el giro progresista en la región en tanto el gobierno K es percibido de modo peyorativo como “herencia montonera setentista” que irrumpe en el poder por motivos fortuitos. Todas las políticas del gobierno, no importan sus contenidos, son consideradas negativas. Incluso si las políticas públicas los favorecen. Muchos de ellos están vinculados al sector agropecuario pero también a las actividades urbanas.

3- Por último, la tercera fracción que se ha distinguido en la clase media es aquella cuyos miembros se consideran progresistas o de centro- izquierda y comparten los valores y percepciones típicos de esta orientación ideológica. Asumen una actitud crítica a las políticas neoliberales del menemismo y a los organismos internacionales de crédito. Bregan por una articulación entre estado y mercado con medidas que fomenten la redistribución del ingreso que tiendan a reducir los niveles de desigualdad y pobreza en la economía del país. Son de los sectores más informados y politizados de la sociedad. Muchos de ellos vinculados a los ambientes académicos universitarios. Sus porciones significativas se hallan en centros urbanos como Capital Federal y Rosario donde las fórmulas de centro-izquierda cumplen resultados electorales exitosos. En un primer diagnóstico podría considerarse como masas electorales afines al oficialismo. Sin embargo, si bien reconocen ciertas medidas de corte social-demócrata de los “K” como la reforma de la corte, la política de los derechos humanos y la redefinición del sistema político en relación a la economía, desconfían que el kirchnerismo tenga una genuina vocación reformista vinculando sus políticas al puro pragmatismo peronista ante el agotamiento del neoliberalismo. Este descreimiento del oficialismo lo justifican en las vinculaciones en el pasado reciente de las elites kirchneristas con el menemismo, en las facetas desicionistas (“superpoderes”, “intervención del Indec”), en probable hechos de corrupción o en los escasos cambios en la matriz distributiva a pesar de la fuerte reducción del desempleo. El abandono del proyecto de transversabilidad y la re-pejotización de los K, es otro de los tópicos que llevan al rechazo de los miembros de éste sector social con el oficialismo.


La relación de las distintas fracciones de las clases medias con el kirchnerismo


A la luz de la segmentación realizada sobre el sector medio, se pueden hacer las siguientes vinculaciones con el oficialismo:

A) El segmento de clase media caracterizado por su aspectos desideologizados configura, podríamos decir, estimulado por los mass media concentrados, a los que el kirchnerismo renueva licencias (ejemplo Grupo Clarín), un factor importante en el ascenso vertiginoso de la imagen presidencial al percibir en Néstor un liderazgo audaz, dinámico que a la vez que reconstituía la legitimidad de la primera magistratura sustraía a la economía de la crisis conducida por un sendero de crecimiento. Esto se ve reflejado en las elecciones legislativas 2005 en las que gobierno ve plebiscitada su gestión. Pero del mismo modo que lleva en un tiempo relativamente breve al liderazgo kichnerista a la cima o estrellato público, lo conduce rápidamente a su derrumbe. Si bien Cristina en la presidenciales 2007 logra un importante margen electoral respecto de sus competidores, cierta parte de este electorado inclina su preferencia por las fórmulas opositoras que imprimen en sus propuestas un perfil mas institucionalizado que los rasgos “cesaristas” del gobierno. Este fenómeno se agudiza notablemente durante el lock-out agrario y se percibe de modo claro en las elecciones legislativas 2009. Otra vez influenciado por la prensa, en esta circunstancia enfrentada al gobierno central, las virtudes de los K se transforman como “por arte de magia”.
Lo que era percibido como una gestión que ejercía su conducción con autoridad, eficacia y templanza, ahora muta en autoritarismo, arrogancia, soberbia y crispación. De ésta manera se inclina la balanza electoral por candidatos, en algunos casos sin historia política y/o partidaria sino un puro producto “hueco” del marketing electoral

B) No hay que descartar que algunos votos de los miembros del segundo fragmento, el conservador, motivados quizás en un inicio por su alianza con el peronismo tradicional, el duhaldismo y la relativamente rápida recuperación económica, hayan contribuido a la impactante imagen positiva de la gestión K en los primeros años. Pero una importante mayoría de este segmento, como se ha comentado, percibe un gobierno marcado por una fuerte impronta ideológica izquierdista propenso a una chavización revolucionaria; percepción que se habría visto confirmada a partir del conflicto agrario y las consiguientes nacionalizaciones de las AFJP y Aerolínea y en la política regional del gobierno.

C) El tercer estamento tal vez podría verse configurado como un punto de apoyo permanente por su perfil reformista con el gobierno sumándose a la anuencia de los sectores populares. No obstante, a pesar que seguramente hubo apoyo de integrantes de este sector a lo largo del transcurrir de la gestión K, el grueso se fue inclinando por fórmulas electorales que en un comienzo de su conformación mostraron ciertos aires progresistas conjuntamente con promesas de gestión institucionalizadas y republicanas por ejemplo el ARI de Carrio, o bien consideradas genuinamente de izquierda en relación con los K como Proyecto Sur de Pino Solana. El kirchnerismo en gestión no supo (tal vez por problemas de autismo y falencias en la comunicación) o no pudo ganarse la confianza de éste sector puesto que si la administración oficialista se hubiera sellado al pie de la letra de su discurso confrontativo, progresista y nacionalista hubiese tenido graves problemas de gobernabilidad que en perspectiva del gobierno la clase media, incluso este segmento, no está dispuesta a asumir.

Para concluir, se podría decir que buenas porciones de clase media, mas allá de la segmentación realizada con fines analíticos en este artículo, a partir fundamentalmente de las elecciones presidenciales 2007 y drásticamente en las legislativas 2009 han renegado de cierto ejercicio cesarista de los K y de “sus malos modales” en la gestión pública; y en ciertas circunstancias razón no les falta. Sin embargo, es el mismo sector social que sostuvo la arbitrariedad y la corrupción llevadas hasta el grotesco durante diez años por el menemismo. ¡Y estas sí que eran “malas formas”! Pero claro, la estabilidad monetaria del momento, el 1 a 1, quizás lo compensaba.

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