lunes, 13 de mayo de 2013

LOS COMUNI-CAGADORES REPUBLICANOS, (2013).


No pocos periodistas, comunicadores y/o analistas políticos de la prensa hegemónica saturan hasta el hartazgo con títulos que giran en torno al supuesto déficit institucional que reinaría o se habría agudizado con el ejercicio de los gobiernos K.
Inundan las editoriales y las notas de opinión con epítetos tales como: “El problema del país son las instituciones”, “no se respetan las instituciones”, “se violan los principios republicanos más elementales”, “no hay división de poderes”, “la falta de diálogo institucional”, “es imposible el consenso con este gobierno crispado y populista”, “el estilo autoritario y personalista de los K”, “la dik-tadura o que la dik-tablanda” o “que la mujer del látigo”, “el gobierno todo- poderoso”, “el poder absoluto K” , “el ejercicio arbitrario del poder”, etc, etc, etc.

Ahora bien, más allá de estos slogans teñidos de tonos abstractos, eufemísticos y genéricos que reproducen estos paladines de la “información” -algunos de ellos, reconozcámoslo, brillantes analistas políticos, dotados de una pluma envidiable por el nivel de creatividad que vuelcan en sus artículos-, ¿qué significa en medidas concretas, en políticas públicas específicas para ellos, respetar las instituciones o respetar los principios republicanos?

¿Significa derogar las leyes de obediencia debida y punto final que garantizaba la impunidad del terror? ¿Implica derogar las leyes que posibilitaron estatizar las AFJP o nacionalizar YPF o recuperar Aerolíneas? Implica rechazar la ley de medios audiovisuales o el matrimonio igualitario? Todas leyes promulgadas incluso con la participación de otras estructuras partidarias como el socialismo y el radicalismo. ¿Más respeto a la institucionalidad que la participación de otros sectores ajenos al oficialismo en la gestación de las leyes?

 Y se podría agregar:

-¿Más republicanismo que la paciente espera de tres año al Poder Judicial para poner en vigencia una ley de servicios audiovisuales votada por el Congreso de la Nación, sin contar la nueva “espera” por parte del ejecutivo a una justicia que “protege” el predio de Palermo para la Sociedad Rural ?.

-¿Más ejercicio republicano que aguantar el hecho inédito, insólito como la presencia de un tal señor Cobos haciendo de opositor en la mismísima vicepresidencia del gobierno, mientras estos analistas de la “prensa libre” aplaudían al mendocino y lo definían como un cruzado de la democracia y la república? .

-¿Más institucionalidad que soportar un lockout de la patronal rural desabasteciendo al país mientras cortaban todos los canales de tránsito durante tres meses, sin aplicar una sola medida represiva?

-¿Más respeto que soportar de manera estoica la incitación a la muerte y la violencia hacia la figura presidencial y ministros en imágenes, por decirlo de un modo suave, “tenebrosas” circulando por redes sociales y manifestaciones sociales?

Estos periodistas que viven actualmente de la sacralización republicana y el discurso hiper-institucionalista, ¿no se acordaron de los principios republicanos y las instituciones durante la dictadura más espantosa y horrenda, en la cual algunos de ellos fueron cómplices explícitos y otros silenciosos? Ahora resulta que tienen autoridad ética para juzgar a un gobierno de dictatorial y corrupto. ¿Desde qué lugar? ¡¡Vamos señores!!

Si hay un logro central de ésta gestión que hay que reconocer, en el terreno del periodismo, es que les arrancó las caretas a estos “comuni-cagadores”, (que se revestían de un aura moral para juzgar a los demás actores sociales y políticos), a la vista de gran parte de la ciudadanía argentina y ellos siguen bla-bla-bla como si nada. Cada vez son menos quienes les creen.

Cierto que habría que exceptuar de estos comentarios a la generaciones jóvenes de periodistas de la democracia que o bien nacieron durante el Proceso o eran muy pequeños aun para ejercer la profesión. Estos jóvenes profesionales actualmente trabajan para el muti-medios por motivos económicos. Pero “salvémoslos” hasta ahí nomás, porque son conscientes de que trabajan o hacen carrera en grupos privados que transaron de modo privilegiado con el régimen sangriento de los ‘70.

Se podría incluir, por último, en esta categoría de comuni-cagadores a los ex –progres, es decir aquellos que adquirieron relevancia en los ‘90 por su perfil contestatario anti-neoliberal, que bregaban por la defensa de los derechos humanos, por la soberanía frente a los poderes fácticos, por la mayor presencia estatal en el mercado. Sin embargo hoy parecen extrañamente “descolocados”, “desorientados” frente a una gestión K que ha implementado en la práctica un perfil ideológico que defendieron toda su carrera. Actitud que invita a dudar, sobre todo a quienes apoyábamos fielmente sus editoriales, acerca de la profundidad de sus convicciones o la autenticidad de las mismas. Ante estos periodistas, cabe la pregunta, visto su metamorfosis ¿antes eran lo que decían ser o ahora son lo que siempre fueron, pero ocultaban?

Al menos, los comuni-cagadores derechosos han conservado la coherencia pro-oligarca y antipopular siempre. Uno ya sabe con lo que se va a encontrar. Con los ex progres se complica la cosa. Confunden. Incluso, un sector importante de la opinión pública los seguía (me incluyo, los seguíamos) como referentes del progresismo hasta bien entrada la década, pero los muchachos ya habían mutado o estaban cambiando de camiseta y éramos muchos los ingenuos que no nos dábamos cuenta que ya no jugaban en el mismo equipo. Ingenuidad que, menos mal, cada día ha ido decreciendo…







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