jueves, 4 de febrero de 2016

UN MES DE GESTIÓN PRO: ¿EL INICIO DEL CAMINO HACIA LA POBREZA CERO?

Este mes de gestión Pro, día tras día, semana a semana, no ha dejado de sorprendernos..(¿sorprendernos?)
Mauricio Macri, recordemos, ganó las elecciones presidenciales con un apretado 51 por ciento de los votos a favor contra el 49. Lo que refleja un país electoral partido prácticamente a la mitad. Esto no deslegitima su triunfo. Ganó y es el legítimo presidente de los argentinos.
El ajustado triunfo electoral sumado a una economía heredada sin graves problemas, casi pleno empleo, un país desendeudado, “gobernable” constituían un escenario propicio, que invitaban al Pro a una gestión moderada que tratara de gestionar y administrar mejor lo hecho al tiempo que convocara, que sedujera a quienes no lo habían votado.
Concretar un programa gradualista, que fuera acomodando las variables económicas sin grandes costos y sobresaltos como: A) Utilizar el swap chino para incentivar a los grandes exportadores a liquidar sus dólares, como hacía el gobierno anterior B) Devaluar gradualmente, que evitara un fogoneo inflacionario. C) Arreglar, y actualizar paritarias entorno a los números inflacionarios del 2015. D) Abrir el dialogo con el Congreso, dado que la mayoría está en manos del peronismo, e intentar aislar al kirchnerismo radicalizado.
Sin embargo, eligió el camino duro, que expresa cierto “revanchismo” de las clases dominantes y una regresión de derechos conseguidos de los sectores populares durante el kirchnerismo.
Es cierto, la han “levantado con pala” en estos años K, pero hay cuestiones del orden simbólico. Por ejemplo, la ley de medios de comunicación o intentar democratizar la justicia. Cuestiones del orden laboral: indisciplina, ausentismo de parte de la fuerza de trabajo en unidades productivas; y actitudes políticas y económicas por parte del Estado nacional como la desobediencia y autonomía del poder financiero internacional, paritarias que reactualizaban salarios (incluso en varios años por encima de la inflación), implementación de programas sociales universales que des-mercantilizan la fuerza de trabajo que tenía (y aun los tiene) “envenenados” a sectores concentrados del gran capital y porciones medianos y pequeños de la burguesía hegemonizados por aquel.
El nuevo presidente en lugar de “bonapartear” sobre las distintas fracciones del capital y el trabajo, (màs teniendo en cuenta que es minoría en el Congreso y gana por dos puntitos las elecciones, intentando captar el electorado más moderado del Frente por la Victoria) decidió rápidamente, en su estrategia, representar de modo directo y a fondo la reacción del gran capital extranjero y local contra los trabajadores.
Aplica una devaluación feroz, que implica una colosal transferencia del excedente desde los ingresos fijos asalariados a los exportadores, lo complementa con la expulsión de miles de trabajadores, en los ámbitos públicos y privados, parálisis de la obra pública y tarifazo en los servicios inminente.
Esta brutalidad, necesita como condición indispensable acallar voces disidentes, supresión de la ley de medios, expulsión de periodistas opositores, criminalización de la protesta (que incluye el colmo de encarcelamiento y detención de luchadores sociales y sindicalistas, violando todo tipo de garantías y derechos individuales propios de una democracia republicana) sin contar con los decretazos insólitos de nombramiento de jueces a la Corte Suprema sin la participación del Congreso.
A pesar de la brutalidad, buena parte de la ciudadanía, se haya todavía como aletargada, como anestesiada, (imaginen un escenario en el cual el kirchnerismo en el gobierno hubiera tomado estas medidas Pro) y en esto hacen el trabajo fino los medios hegemónicos de comunicación, mediante un blindaje mediático inaudito en los años de democracia, que refleja una coincidencia plena ente poder político, económico y comunicacional.
El postre de todo esto, es que encima viene cargado de un lenguaje elitista, racista, con ecos de la dicotomía “civilización y barbarie” del siglo XIX, al tiempo que se minimiza la violación de los derechos humanos durante la última dictadura.
A pesar de este mes inaugural, que describe y promete un escenario social y económico espantoso para las clases subalternas, mal no viene, con fines pedagógicos, explicativos, descriptivos si se quiere, ponernos por un instante en la piel, en el lugar, en “la cabeza” de los miembros del gobierno del PRO y del presidente Mauricio Macri.
Tratemos de aceptar que está entre sus intenciones genuinas “el interés general”, el “bien común” de todos los argentinos, y que estas medidas “duras” son necesarias, configuran una especie de costos transicionales que hay que asumir, que hay que adoptar para llegar a su promesa de campaña de “pobreza cero”.
Repasando, se puede decir que el programa implementado por la gestión de gobierno que busca llegar al paraíso prometido esta dotado de tres patas:
1) Desregulación del sector financiero, a partir de la apertura de la cuenta capital a los capitales “golondrinas”, regreso al endeudamiento, libre disponibilidad de divisas (¡Chau cepo!). Coctel que implica una subordinación económica y geopolítica a EE.UU y el FMI.
2) La nombrada devaluación que permite la absorción de porción de los ingresos de sectores populares en beneficio de la elite exportadora.
3) Aumento del desempleo buscando disciplinar paritarias en sectores organizados del trabajo.
Este programa, con estas condiciones, busca como objetivo principal incentivar al capital concentrado a relanzar el proceso de acumulación capitalista argentino para volver a un fuerte creciente económico que termine de incorporar, con la generación de fuentes laborales “genuinas” al porcentaje de compatriotas que aún lidia con la pobreza.
Sin embargo, aún reconociendo estas buenas intenciones, hay que recordarles a Mauricio Macri y sus ministros y militantes que más mercado, más capitalismo no logra perforar los bolsones de pobreza que aún quedan en la economía nacional.
Durante los gloriosos ‘90, el “relato” era el mismo. Se trataba, como ahora, de liberar a las fuerzas productivas de las “ataduras” del Estado, y a pesar del crecimiento logrado en algunos años de la convertibilidad, los beneficios no llegaron a todos, es más el desempleo que se prometía como transitorio no dejó de subir año tras año hasta convertirse en una verdadera pesadilla social que fue unos de los causantes centrales del derrumbe de la experiencia gobernante de la Alianza.
Durante años recientes, Nestor y Cristina tomaron nota que no alcanzaba con “tasas chinas” de crecimiento y auge económico para sacar a todos los argentinos de la pobreza, entendieron que hay un núcleo duro de la población que no percibe, que nunca vé los beneficios del mercado, de allí la necesidad de la implementación de políticas sociales y la actuación del Estado para intentar paliar la situación.
Si apelamos a la economía política comparada, los países que mantuvieron la ortodoxia monetarista y son considerados países exitosos por el mainstream liberal en América Latina como son los casos de: Perú, Colombia y la Chile heredera del neoliberalismo de los chigago boys de Pinochet , a pesar de años de crecimiento por el aumento de materias primas exportables, son de las experiencias que menos avances han tenido en la lucha contra la desigualdad y la pobreza en el contexto de gobiernos progresistas en la región.
Rápida moraleja: es más Estado lo que se necesita, no menos. Más y mejor planificación, no menos, si realmente se desea erradicar la pobreza en forma genuina.
En un escenario exitoso el programa ultra liberal de los "CEOs" de Mauricio Macri, puede lograr aplanar la inflación vía endeudamiento y recorte del gasto público, que le permita incluso ganar elecciones, pero de respetar esta orientación a rajatabla el objetivo de “pobreza cero” constituye una quimera.
En un escenario de fracaso, quizás no sean necesarias las palabras. El combo de recesión, desempleo, conduce a aumentos siderales de la pobreza y la indigencia en crecientes capas de la población, alta conflictividad social, ingobernabilidad. Una copia fiel del final catastrófico de los ´90.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario