miércoles, 24 de julio de 2013

LOS ECONOMISTAS PLATÓNICOS

Platón, el clásico filósofo griego, tenía una percepción negativa de la democracia como forma de gobierno. Según él debían gobernar los sabios, más precisamente una aristocracia de sabios o filósofos. Desde la perspectiva platónica sólo los sabios podían conocer la “esencias”, las formas inmateriales, o dicho de otra manera las leyes verdaderas que gobiernan el mundo.

Es sabido, por la alegoría de las cavernas, que en la filosofía platónica existen dos dimensiones o dos mundos paralelos. Uno es el mundo terrenal dominado por las apariencias, lo contingente y lo cambiante. El otro es el mundo de las esencias o las leyes inmutables de la verdad o lo verdadero.

Para Platón los sabios o una elite preparada podían alcanzar, conocer tales leyes, por lo que las cuestiones de gobierno quedaban reservadas, restringidas a unos pocos. El gobierno de unos pocos es la antítesis a la democracia, que es el gobierno de muchos.

Platón detestaba la democracia, entre otras razones (y aquí, solo seleccionaremos una de ellas por motivos de límites del artículo) porque en ésta no puede existir un liderazgo político correcto dado que los líderes dependen para su permanencia en el gobierno de la anuencia del pueblo o del favor popular, lo que implica evitar tomar decisiones difíciles o asumir verdades incomodas que desagraden las expectativas de las mayorías.

Para la percepción platónica, entonces, los líderes democráticos evitarían tomar las medidas correctas o profundas que impliquen sacrificios de parte del pueblo con promesas de resultados positivos recién a futuro. Soluciones fáciles y demagógicas ejecutan estos líderes para ganarse y conservar el apoyo del “populacho”.

Parafraseando o actualizando el pensamiento platónico en la actualidad política y económica de ésta Argentina de principios del siglo XXI se podría decir que los sabios o la aristocracia de la sapiencia toman cuerpo en los economistas ortodoxos del establishment.

Estos economistas (iba a adjetivar liberales, pero creo que liberal es un calificativo de excesiva generosidad para estos ultraconservadores voceros de las clases dominantes), se auto-conciben, se auto-referencian como los especialistas, verdaderos expertos de los problemas “estructurales” del país. Basta verlos con esos aires pendencieros, altaneros rotando por los canales del multimedio propagando las recetas genuinas que se deberían aplicar para conducir al país por un camino seguro y exitoso.

Ellos dicen, también como los sabios platónicos, conocer las normas inmutables, las “esencias”. Pero en este caso las leyes verdaderas son las leyes del mercado. Del mercado globalizado.
Como la filosofía platónica, tienen una imagen negativa, peyorativa del liderazgo democrático. En este caso del liderazgo de Cristina. Aquí también el liderazgo político correcto o eficiente se hace improbable porque la presidente tiene que atenerse a las demandas cortoplacistas de los sectores populares si desea permanecer en el gobierno.

En este sentido entonces los técnicos ortodoxos, en similitud con la mirada platónica, reniegan del liderazgo popular de Cristina porque se evitan “las decisiones incomodas”, las “verdades desagradables” y se reeditan las prácticas demagógicas con tal de conservar la anuencia de las mayorías. Estas prácticas demagógicas y populistas “quedan” en la superficie de los problemas. Son soluciones del mundo de las “apariencias” pero que no resuelven los problemas verdaderos, de fondo, “esenciales” de la economía argentina.

Por lo que este grupo de economistas al mismo tiempo que bosquejan por el multimedios las recetas eficaces que debe aplicar el ejecutivo, empapan de pronósticos apocalípticos sus discursos al no seguir los cursos de acción por ellos explicitados.

¿Qué es eso de aumentar el gasto público, de actualizar salarios, de universalizar jubilaciones o asignaciones sociales? Desincentivan las inversiones, aplacan la cultura del trabajo y nos alejan de la panacea de las economías desarrolladas.
 
¿Qué eso de andar controlando las importaciones o la divisa internacional? Esto pertenece al mundo de las apariencias, de las contingencias. Son antitéticas a las más elementales “verdades” del mundo del mercado.

Estos sabios del laissez faire, teólogos, corifeos del dios mercado, no lo explicitan, pero desean los dorados noventa, desean “achicar el estado para agrandar la nación”, pero el pueblo inculto parece resistir, parece no querer volver al pasado. Algo sabe de sus consecuencias....

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