lunes, 20 de mayo de 2013

VIDELA, EL HOMBRE DE LA BOLSA


Si nos guiamos por  el mundo mediático vernáculo, Videla fue: 1) un  ser abominable, irracional, “desaparecedor” y torturador de personas y 2) por suerte Videla fue juzgado y  murió en prisión.

1-No se discute ésta caracterización de Rafael Videla ( y sus “compañeritos”), pero su figura, definida en estos términos de modo exclusivo, carece de todo anclaje social. Un Videla des-historizado,  desencarnado de toda relación o causalidad social, política y económica. Videla es presentado entonces en el imaginario social como un ser despreciable, un verdadero “hombre de la bolsa” por la desaparición de niños y personas pero de este modo se esfuman y se camuflan los intereses de  las clases dominantes a las que respondía y  la complicidad de los grupos mediáticos que lo protegían en los 70 y, que  en una actitud gatopardista lo desprecian en  la actualidad.

La experiencia castrense de Videla no operó en soledad, “desde el aire”, en modo “neutral”, “sin discriminaciones” sobre los actores sociales y económicos, sino que contó como sostén con la amalgama de sectores dominantes del capitalismo argentino a los que sirvió. Así la desaparición y tortura de disidentes no se explica como mera esquizofrenia de un grupo de irracionales castrenses que llegan a las alturas del gobierno, sino como un plan sistemático perfectamente racional y elaborado de matanzas y desaparición de sectores subalternos para limpiar el terreno que posibilitara relanzar la acumulación económica capitalista de tinte financiero. 

Si Videla hizo el trabajo sucio de las clases poseedoras, Martinez de Hoz, el ministro de economía del régimen, aplicaba las recetas “aperturistas” para liquidar el mercado interno donde se sostenían las fuerzas populares. En este escenario los grupos mediáticos y los poderes eclesiásticos se configuraban en los portavoces embaucadores simbólicos de la sociedad argentina. Servían para suavizar, para disimular el terror. El trabajo fino, digamos.

Hoy los medios hegemónicos, a través de un Videla deshistorizado des-socializado, buscan despegarse de quien fuera su brazo armado. La cúpula de la Iglesia que otorgaba las justificaciones sacralizadoras y espirituales a los excesos de  las castas militares, atónita no ha podido elucubrar palabra frente a la muerte del dictador. Estamos esperando al Papa Fransisco.

El colmo del relato banal y superficial de  grupos mediáticos para diluir su responsabilidad durante los años de plomo lo termina de encarnar su periodista estrella, Jorge Lanata, quien sostiene que habría parecidos de familia entre la dictadura militar y el gobierno de Cristina Fernández.

Esta disparatada asociación entre Videla y Cristina no tendrían ninguna entidad y gravedad sino fuera  la masividad de opinión pública en  que recae su discurso de naturaleza odiosa y resentida. Entonces, podríamos imaginar diálogos como estos:

-Papá,  pregunta el niño, ¿quién fue Videla?

-Un hombre malo que desaparecía personas y niños, hijo.

-¿Cómo el hombre de la bolsa, papá?

-Si, como el hombre de la bolsa.

-¿Qué es una dictadura papá?

-La  de Videla era una dictadura hijo

-Y, ahora estamos en una dictadura papá?

El padre piensa….se acuerda de Lanata y cía. y contesta: -Si, estamos en una dictadura hijo…

 
2-Videla no falleció en prisión por azar, por pura suerte, por casualidad del destino como deja entrever el monopolio y sus secuaces, sino por la paciencia infinita de Abuelas y Madres que luchan desde hace años, desde el mismísimo infierno militar, generando conciencia social por sus hijos y nietos desaparecidos y por la voluntad política del ex -presidente Néstor Kirchner  de propulsar los juicios de lesa humanidad. No fue pura suerte la prisión del genocida.

 

  

 

   

 

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