sábado, 25 de mayo de 2013

LANATAMANIA (SOBRE EL CONTENIDO IDEOLOGICO DEL KIRCHNERISMO)


Es rara la situación,  en la época en que seguíamos la programación de Jorge Lanata a fines de los ´90 y comienzos del 2000 éramos un número importante, pero no tantos. Dicen las medidoras especializadas  que Jorge alcanza un envidiable rating los domingos, que llega a superar los 30 puntos. Una barbaridad, parecido a Susana o Tinelli en sus años dorados. Una genuina lanatamania.

Felicitaciones a Lanata, quien intuyó que era conveniente abandonar un discurso progresista que le otorgaba un escaso rating  y  remplazarlo por una retorica  cargada de comicidad, un tanto ecléctica y farandulezca  que encarna en investigaciones bovedísticas . ¡Qué Maestro!. Dicho sin ningún espíritu irónico. ¡¡Un Maestro!!
No alcanzaba, en sus años progres,  semejante caudal en la opinión pública. Era aquel gordo ogro del menemismo. El gordo encarnizado con Domingo Cavallo de la timorata gestión de la Alianza. El afín compañero de piqueteros y desocupados,  de sus luchas y desprolijidades. El del 2001. El denunciante estelar  y precoz de Papel prensa  de Clarín y la dictadura. El pedagógico que nos mostraba en forma radiográfica el mapa mediático concentrado en el país. Es raro, como dice él,  pero siente algo de nostalgia por ese Lanata.

Sus adventicios seguidores  explican que la marea  de televidentes, la nueva clientela  en vigilia ansiosa  del domingo 11pm,  se debe la escandalosa corrupción que reina en la monarquía cristinista. Que el gordo adquiere masividad porque la ciudadanía,   “el  pueblo  quiere saber” sobre los niveles grotescos de robo e impunidad que impregnan y atraviesan  la totalidad de la urdimbre gubernamental  y  que chorrean por sus poros.

No alcanzaba esas  multitudes de audiencia durante el menemato, cuya experiencia pública -y no es ningún descubrimiento- no se caracterizó precisamente por la austeridad y honestidad.  No alcanzaba  multitudes de audiencia con de la Rua, cuya gestión calamitosa manchó  de sangre  las calles de Plaza de Mayo. ¿Más corrupción que esa?

Parece que tener a disposición  a la hegemonía clarinezca  le garantiza a Jorge  resonancia cotidiana y rimbombante. Fama diaria a piacere. Tener a disposición todo el arsenal mediático concentrado y sus usinas, le otorga dimensiones de audiencia impensables hace escasos años.  Sin dudas esta sea una de las claves del éxito sobredimensionado que no lograba otrora. No es lo mismo jugar por fuera del grupo que jugar desde dentro y a favor.

Clarín sigue siendo hegemónico, establece el denominado sentido común en amplias porciones de la población. Es decir, inculca los valores, las normas y las categorías de percepción de la realidad en la sociedad. Clarín es el medio a partir del cual las clases dominantes logran el consenso activo de sectores subalternos. La dominación blanda a partir de la cual  sectores subalternos, en nuestro caso un conglomerado amorfo y social heterogéneo, asumen como propios los valores de sus patrones.  Sin embargo desde la llegada del kirchnerismo o más precisamente desde la discusión de la ley de medios,  el periodismo que se ejerce desde los medios hegemónicos se ha debilitado o se ha resquebrajado en cuanto a la credibilidad absoluta o el aura angelical que los protegía. Por lo que cabe hipotetizar que quienes, aún consientes de esta credibilidad periodística menguada ,  acuden igualmente, voluntariamente  a beber  de sus turbias aguas informativas no constituyen masas -marionetas heterónomas,  contingentes de  inocentes conducidas en neblinas desinformadoras, sino que algún grado de autonomía, aunque sea parcial hay en esas multitudes. Es decir, aún sabiendo de las  complicidades dictatoriales del pasado y  negociados del presente en democracia,  igual acuden al circo mediático en donde se reproducen discursos hipócritas y  seudomoralistas.

 El kirchnerismo -sopena de algún presunto hecho de corrupción, al que no han sido ajenos otros gobiernos- implica en una de sus aristas medulares una experiencia contracultural, obvio, dentro de los límites del capitalismo dependiente periférico, pero una novedad contracultural  al fin;  dotado de un significativo volumen ideológico que lo ubica en los primeros puestos del podio en relación a otros gobiernos democráticos frente al neoliberalismo, y con  mayor razón si contextualizamos que las tradiciones de izquierda o nacionales y populares venían en bancarrota  el último tercio del siglo anterior.

 Dicho esto entonces, cabría conjeturar, aventurar que la masividad de dimensiones rimbombantes del lanatismo  o la novedosa lanatamanía  encuentre causas válidas  en cierta repugnancia ideológica por un kirchnerismo percibido como una combinación, un coctel intolerable, indigerible de valores  “zurdos” y una estética peroncha del “mal gusto”, además de la hegemonía mediática recién descripta  o en las aparentes ilegalidades de la gestión k.

Es decir, que la lanatamanía en el actual proceso transformador  se explica parcialmente  en que Jorge ahora cuenta a disposición con el más importante arsenal mediático que constituye un factor fundamental al momento de propagar sentimientos oscuros y degradantes hacia la figura presidencial. Sobre esto no hay dudas,  pero también  el carácter ideológico relativamente definido del kirchnerismo , dotado de una  identidad populista de izquierda, es una  causa significativa  que provoca repulsión en las adventicias  masas. Esas  que adoran,  idolatran y  rinden culto al dios Lanata configurando, cada fin de semana y en los días subsiguientes,  una verdadera lanatamanía.

 

 

 

 

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