miércoles, 8 de mayo de 2013

LA ECONOMÍA DE LOS K: DISCURSO PROGRESISTA, MEDIDAS HETERODOXAS. ASCENSO Y CAÍDA EN LA CONSIDERACIÓN PÚBLICA

La devaluación, con la explosión de la paridad cambiaria, además de ser resultado de una recesión intensificada por las medidas errantes del gobierno aliancista, también es resultado de una puja por el excedente económico entre las fracciones más concentradas en la clase dominante en la que habrá beneficiados y perjudicados con la entrada del nuevo modelo de acumulación pos-convertibilidad.

Entre los perjudicados encontramos a los monopolios y conglomerados extranjeros privilegiados durante el proceso de privatización y el sector financiero, sectores que pierden parte de su extraordinaria rentabilidad en términos de dólares en una economía pesificada (Lozano, 2002). Y entre los beneficiados, el capital fugado al exterior con la disminución del proceso privatizador de la década anterior que se orienta a las actividades agropecuarias, a los agro-negocios y las industrias. Estos sectores colocan sus productos en el exterior y mediante la combinación de acceso fácil al crédito externo y costos laborales por el piso (dado que un 60% y un 30 % de la población se halla bajo de la línea de la pobreza e indigencia respectivamente), relanzan, a diferencia de la tendencia financiera del ciclo anterior, una orientación de tinte productivista e industrial al capitalismo en argentina. El kichnerismo en el poder, va a ser en parte expresión de estos sectores dominantes ganadores en el nuevo régimen económico, así como el menemismo lo fue del sector financiero y las privatizadas.

El presidente Kirchner llega al gobierno con apenas el 22% de los votos del electorado, por la renuencia del ex presidente Menem a presentarse a la segunda vuelta, y en el marco de una fuerte fragmentación partidaria del sistema político tradicional. Kirchner, en tren de recuperar la autoridad o legitimidad presidencial, se monta en una estrategia discursiva o retórica progresista reformista de centroizquierda, repudiando todos los aspectos del modelo de ajuste neoliberal de la década pasada.

Por encima de las estructuras partidarias desacreditadas en la sociedad, en vinculación directa con la opinión pública, (evitando todo diálogo con el peronismo y el radicalismo), logra resignificar el poder ejecutivo con altos niveles de aprobación, mediante un estilo confróntate contra las empresas que habían obtenido rentas extraordinarias durante la convertibilidad, al tiempo que pregona la necesidad de recuperar la autonomía estatal en beneficio de las mayorías y critica al Fondo Monetario Internacional como coparticipe de la eclosión económica y la pobreza catastrófica de amplios sectores de la población.

Esta retórica progresista -que consigue reinventar al peronismo captando los humores de una ciudadanía saturada de las políticas neoliberales, adecuando o poniendo a tono a la política argentina al giro ideológico de las mayorías de la democracias latinoamericanas- en lo que respecta a la implementación concreta de las políticas públicas muestra coherencias e incoherencias en relación a la estrategia discursiva.

En materia económica el gobierno de Kirchner otorga cierta estabilidad a las variables macroeconómicas mediante la implementación de un plan heterodoxo. Se elige una ruta intermedia entre las posturas monetaristas ortodoxas clásicas y las políticas redistribucionistas de izquierda. De las medidas neoliberales huye, ya que evita salir del default con los bonistas particulares en los términos que estos exigen, terminar con la inflación con las medidas de enfriamiento clásicas como: dejar caer el tipo de cambio, restringir el gasto público y la demanda, subir las tasas de interés, actualizar precios y tarifas de la economía para incrementar la inversión, etc; todas muy cercanas a las recomendaciones del FMI. No obstante también se aleja de las propuestas redistribucionistas que proponen recuperar la soberanía nacional plena con el no pago de la deuda externa, tanto a los acreedores particulares, como a los organismos internacionales de crédito, volcando este excedente al servicio de las mayorías empobrecidas que superan el 50% de la sociedad argentina.

Se descarta la salida por “derecha” ya que (en la mirada de la elite gobernante y la oligarquía industrial que expresa) proseguir con las políticas de ajuste de los ’90 podría ahogar el incipiente crecimiento económico que empiezan a mostrar los números de la economía. Pero también se dejan de lado las soluciones por “izquierda” al estilo keynesiano, que serían percibidas por los sectores dominantes como aumentos arbitrarios en los costos de producción, desincentivando la oportunidad de inaugurar un ciclo de crecimiento de la economía argentina en un clima de ingobernabilidad e inflación.

La orientación económica heterodoxa del gobierno se puede ver reflejado en las siguientes medidas: el tratamiento de la deuda externa con una quita importante a los acreedores externos que permite no ahogar el inicio del crecimiento de la economía argentina, una mayor intervención del estado en la economía que se ve reflejado en el congelamiento de las tarifas públicas, cierta intervención de empresas públicas que se hallaban en manos privadas (ejemplo Aguas Argentinas y Correo Argentino), los acuerdos de precios establecidos con sectores concentrados para intentar solucionar el problema de la inflación,( tomando distancia de los planes de enfriamiento liberales), la aplicación de las retenciones al agro, el llamado a acuerdos salariales entre sindicatos y empresarios, la reforma del sistema provisional de los ’90, por nombrar las mas importantes .

Esta reorientación de roles estatales y cierta autonomía en el manejo de los asuntos económicos que supuso tomar distancia de las recomendaciones o monitoreos del Fondo Monetario Internacional (es cierto ayudado por precios históricos de los commoditys) resulta exitosa logrando altos índices de crecimiento que redundan en una baja significativa del desempleo, la pobreza y la indigencia.

Llegando al final del mandato presidencial, Nestor Kirchner ha logrado altos índices de popularidad producto de un manejo relativamente certero de las variables macroeconómicas. También este aval de la opinión pública a la primera magistratura es producto de lo que se puede considerar, desde una posición progresistas, lo más interesante en términos de aplicación de políticas genuinamente reformistas como: el desplazamiento de los jueces menemistas de la Corte Suprema de Justicia, la política de derechos humanos, con la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida del mandato alfonsinista, y la supresión de los indultos (menemistas).

El debacle K -

Cristina K gana las elecciones presidenciales del 2007 en forma holgada, “caminando”, ante una oposición fragmentada y por las propias virtudes de gestión o de retórica de su marido ya comentadas, pero se derrumba en esta “democracia de la opinión” en la consideración de los estratos que conforman la sociedad a partir del conflicto agrario.

La disposición del ejecutivo de aumentar las denominadas retenciones a la exportación de la soja provoca el estallido visceral y espontáneo de las entidades agropecuarias que por un periodo de casi cuatro meses implementa un lock-out salvaje a través del corte de rutas provocando un importante desabastecimiento de mercaderías y alimentos en los centros urbanos del país.

El kircnerismo agudiza su retórica confrontativa y crispada buscando marcar o influir la agenda mediática. No obstante así como el discurso progresista durante la gestión de Nestor, sumado al crecimiento económico logran restituir la legitimidad presidencial contando con el aval de amplios sectores de la sociedad, el protagonismo que asume el ex -presidente con un discurso radicalizado en el replanteo de antinomias que se creían desaparecidas, como: las contradicciones pueblo-oligarquía, intereses nacionales-populares e intereses extranjeros, peronismo–antiperonismo; donde en la percepción gubernamental el gobierno representaría a los primeros y los auto-convocados del campo serían expresión de los segundos opera en el “vacío”, no cuenta con el consenso social que lograba la retórica progresista o reformista anterior.

El gobierno pierde el apoyo de la opinión pública, porque ésta en el conflicto agrario es moldeada por los sectores dominantes agropecuarios y los poderes mediáticos concentrados. Si a esta situación sumamos la carencia de recursos institucionales y políticos propios (como podría haber sido la frustrada transversabilidad) y la ausencia de apoyos masivos de los sectores populares (motivada tal vez por la carencia de políticas redistributivas mas concretas y profundas) se termina explicando el fracaso en el conflicto con el voto “no positivo” del vicepresidente en el senado al aumento de los impuestos a la exportaciones agropecuarias.

Concluido el conflicto agrario (al menos en sus aspectos radicalizados como el desabastecimiento, y los cortes de rutas), el gobierno trata de relanzarse, con algunos cambios en los modos de entablar la relación con la prensa, también reinstala la agenda progresista, con la sanción de leyes que consagran reactualización de las jubilaciones y la nacionalización de las empresas de transporte aéreo (Aerolíneas, Austral) al tiempo que pega un fuerte golpe al poder financiero con la nacionalizaron de las AFJP. Sin embargo, el magro performans en las elecciones legislativas del 2009 por parte del kirchnerismo al lograr una ventaja nimia en el mapa político nacional en general, pero perdiendo claramente en las provincias pampeanas en manos de las fuerzas de la oposición refleja el cambio de humor, el viraje de la sociedad a partir del conflicto agrario.

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