lunes, 13 de mayo de 2013

EL CONTROL DEL DOLAR Y LA FUGA DE CAPITALES, (2012)

-El gobierno nacional se ha visto obligado a intensificar la regulación en la compra de dólares por la constante demanda del billete por parte de las elites económicas y no pocos segmentos de clase media.

 -Desde el 2007 a la actualidad, según el economista y periodista de Página /12, Alfredo Zaiat, en su libro recientemente publicado “Economía a Contramano” la gestión de CFK ha sufrido 6 corridas cambiarias que pudieron ser controladas por las importantes reservas del Banco Central conseguidas a lo largo del periodo K. 

 - Según el libro citado, desde 2003 a la fecha la denominada fuga de capitales ha significado una hemorragia de 76 mil millones de dólares radicados en el exterior. El gobierno ha podido compensar en parte esta pérdida con las retenciones al sector agropecuario.

 -Desde las usinas económicas ortodoxas neoliberales (Cema, Fiel) y consultoras privadas, la demanda de dólares y la fuga de capitales es explicada de modo cuasi-exclusivo en la supuesta ineficacia del gobierno nacional. Según esta perspectiva “la fuga” radica en la falta de “confianza” de los inversores en el actual modelo económico o en el problema inflacionario que incita a los mismos a refugiarse en la moneda extranjera.

- Estos razonamientos, tomando los argumentos de Zaiat, son fácilmente refutables en tanto en la década del ‘90 la “fuga” existía aún con una inflación a la baja y con el “clima de negocios” que supuestamente garantizaba ese modelo de acumulación financiera. 

 -Es decir que, aún con precios en declive y en contexto de recetas económicas neoliberales afines a sus valores e intereses las burguesías locales drenaron sus ganancias al exterior atesorando unos 100 mil millones de dólares durante el menemismo.

-Considerando esta información entonces, podríamos señalar que en las elites económicas locales existe una manía cultural por la “fuga” no importando demasiado si el formato económico y político está en consonancia con sus preferencias como el de la década anterior o lo consideran más bien hostil como el actual. Las elites, da igual, en un modelo financiero o productivo-desarrollista, directa o indirectamente absorben plusvalía de los sectores obreros y la remiten al exterior. 

 -Hemos dicho en otros escritos que la demanda de la divisa norteamericana para atesoramiento podía obligar al gobierno al endeudamiento a altas tasas de interés o causar una devaluación de la moneda, lo que implicaba una reducción de los ingresos de los asalariados en beneficio de conglomerados exportadores y el campo. El primer camino es rápidamente descartado por la presidencia para la cual endeudarse significa perder porciones de soberanía y lo segundo hubiese implicado afectar capas significativas de su electorado y clases medias urbanas que, paradójicamente en algunas de sus filas se auto-consideraron afectadas por las mayores regulaciones cambiarias (recordemos el 8N).

-Desde la intensificación de los controles oficiales de la moneda estadounidense economistas del stablishment, sectores medios y medio-altos y políticos de la oposición han visto amplificados sus voces desde el periodismo hegemónico aludiendo que el “cepo cambiario” viola derechos individuales en el formato de libre disposición de sus patrimonios. 

 -En el gobierno se reconocen tales derechos individuales, (mal que les pese a sus críticos conservadores no estamos ante un gobierno marxista). En este caso el derecho liberal de la propiedad, pero regulado de tal manera que no implique consecuencias negativas o perniciosas para equilibrio general de la economía o el interés público.

 
 
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario