Signados y empapados por
una cotidianeidad mediáticas que a
esta altura de las circunstancia no
puede regresar del ridículo con
“investigaciones” más propios del
género fantástico que periodísticos con
el objetivo indisimulado de derrumbar a un gobierno. Si, digamos las cosas por
su nombre el grupo de Magnetto desde hace ya tiempo quiere voltear al gobierno
constitucional. Sino antes, desde la sanción de la ley de medios seguro. La
corrupción, es la escusa. Es un tema siempre urticante y sirve para desgastar a
un gobierno que ha afectado intereses y privilegios. Pero permitámonos, hagamos
el esfuerzo, de establecer algún itinerario de interrogantes
para intentar comprender con algún grado
de re- significación el problema de la corrupción por
fuera del reduccionismo que impone la estética lucrativa mediática.
Sin ánimo de justificar
la existencia de algunas irregularidades que puedan haber existido en toda una
década en el gobierno nacional:
¿Acaso está exento de prácticas corruptas el
Partido Socialista a través de su policía oscura vinculada a la trata y al
narcotráfico en Santa fe, ¿en la UCR ?
que cuando le tocó gobernar dejó un tendal de muertos en la Plaza de Mayo, y ni
que hablar del PRO y la derecha
peronista?. ¿Acaso el grupo Clarín, el acusador, no está metido hasta el
tuétano en negociados y maniobras
turbias ?. Vamooos!
La diferencia, y no es
poca cosa, es que si bien en toda la
extensión de la actual gestión pueda haber algunas zonas oscuras, el kirchnerismo se ha
enfrentado con corporaciones que los energúmenos opositores jamás se habrían
animado a afectar.
- ¿Acaso la corrupción no
atraviesa transversalmente buena parte de la cultura argentina en instituciones
públicas y privadas donde los concursos, por tomar un ejemplo no son sino
mascara disimuladora de conductas atravesadas por amiguismo y el favoritismo? ¿ Acaso la cultura
empresarial no la atraviesa una vocación
evasiva impositiva sistemática?. No nos rasguemos las vestiduras entonces.
- ¿Y si investigando en el flagelo nos encontramos que la
corrupción institucional no explica, no causa, como se ha naturalizado en
cierto imaginario social, de modo unilateral la pobreza y las desigualdades sociales? Qué hay capitalismos más recalcitrantemente
corruptos que el nuestro como son los casos de Italia y Japón y sin embargo nadie dudaría en
llamarlos países desarrollados y, que por otra parte hay
estados más honestos como el
chileno y el peruano, ambos ejemplos de alta institucionalidad según la opereta
mediática, pero sus sociedades atravesadas por paupérrimos indicadores de distribución
del ingreso y bienestar social. ¿Dónde es mayor la corrupción en los primeros con
un bienestar ampliado a capas mayoritarias de la sociedad o en los segundos donde
sólo es digna una elit de la población y el resto no accede a los
servicios más elementales ?. Demás está decir que una combinación de ambas
virtudes sería lo ideal para nuestro país.
-Pero, sigamos
interrogando en similar sentido: ¿un neoliberalismo prolijo hubiera sido
mejor en los ‘90 que el neoliberalismo
frívolo, chanta y despilfarrador del menemismo? ¿Acaso un conservadorismo económico transparente,
honesto y austero nos hubiera garantizado evitar los aumentos escandalosos y siderales de la
desigualdad, la pobreza y la miseria que
trajo aparejado ese modelo económico implantado desde Whasington ?.
-O, removiendo un poco en la historia argentina ¿el peronismo
clásico no fue desacreditado frente a buenos segmentos de la sociedad argentina
por parte de las clases dominante como una verdadera bestia demagógica, oscura
y corrupta, mientras el mismo lograba los mejores índices de bienestar social
en los sectores populares a partir de redistribuir en el mercado interno
excedentes de la oligarquía agraria?. ¿Donde había más corrupción en el modelo agro-exportador anterior, donde una élite acaparaba toda la riqueza, despilfarrando suntuosidad
en la vieja Europa, mientras explotaban de forma legal (legal!), en un mar de pobreza, a sus conciudadanos, o
en el primer gobierno populista, que no exento de ilegalidades y corruptelas se atrevió a captar parte de la renta extraordinaria para volcarla al
desarrollo de las fuerzas productivas y a las
conquistas sociales de los trabajadores?.
- Y hablando de
trabajadores, en el capitalismo liberal ¿no se consagra una verdadera corrupción
mediante mecanismos estrictamente normativos y legales con la apropiación del
trabajo asalariado por parte de una burguesía transnacionalizada, que especialmente
en nuestros países periféricos chupan plusvalía a sus obreros(cuando los hay) y
los remiten al casino económico globalizado actual?. . Ni que hablar de los quinientos tipos, (500 he!) de seis mil
millones de almitas que somos que
acaparan el cuarenta por ciento de la riqueza mundial y manejen nuestras
conciencias casi a piacere, en un océano de excluidos mientras destruyen el
medio ambiente planetario.
Dicho esto, no se trata de relativizar posibles prácticas
oscuras e ilegales de los miembros que
desempañan cargos políticos o
gubernamentales. Resultan, irritables y
repugnantes. Es correcto e imprescindible que demandemos como el pueblo respeto por la ética pública a nuestros representantes y funcionarios, y cuando
cometan algún ilícito tengan la sanción correspondiente. Es necesario y
fundamental no exclusivamente por una sensibilidad moral, que desde ya es importante
persé, sino también en búsqueda de una eficiente actuación del Estado en todos
los niveles administrativos e institucionales combatir los mecanismos
particularistas con el sector privado, los favoritismos y el clientelismo. Pero esa tarea no va provenir,
genuinamente, en búsqueda de objetivos nobles por parte de grupos económicos
concentrados que inventan hechos con
objetivos desestabilizadores. Esa tarea debe partir desde los propios sectores
nacionales-populares y progresistas o de nuevo actores de comunicación
comunitarios. En este sentido la puesta en vigencia de la nueva ley de medios
puede ser prometedora.
-Para finalizar, tal
vez nos ayuden un poco a aclararnos la
problemática sabias reflexiones del viejo Galasso cuando afirma que la corrupción es un
fenómeno intrínseco al capitalismo, puesto que, mientras exista la escisión
entre una esfera pública y un ámbito
privado de propietarios adinerados la tentación de beneficios mutuos ilegales a
la espalda de la sociedad siempre es un riesgo. Riesgo que se aplacaría según
el mismo autor, si parte de las empresas
o los medios de producción estratégicos pasaran
a estar auto- gestionadas democráticamente por la clase obrera. En
definitiva, entonces, ¿qué corrupción?!.
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