jueves, 26 de septiembre de 2013

LANATISMO Y EDUCACION ....( Y CONTINUA).



Lanatismo y educación  

Si  visualizamos la década K desde las crónicas y análisis de los medios dominantes, salvo contadas excepciones, estas pecan de un reduccionismo y una pobreza conceptual lamentables. El actual gobierno, para los hegemónicos, se reduciría a una horda de ladrones en el poder. Entonces cerremos todas las cátedras universitarias, especialmente en ciencias sociales. Olvidémonos de las herramientas teóricas que nos puedan dotar la ciencia política, la sociología, la economía e incluso la filosofía, si todo es analizado de desde el prisma seudomoralista lanatista. Imaginemos por un momento un programa de Jorge Lanata -acudo a ese programa como ejemplo paradigmático pero también  puede ser cualquier otro- para analizar el peronismo clásico del ‘45 al ‘55, no serían necesarios, estarían de sobra los estudios pioneros estructural-funcionalista del sociólogo Gino Germani, o la interpretación histórico-estructural de Murmis y Portantantiero, o la Razón Populista de Ernesto Laclau. Carecería de sentido acudir a la riqueza teórica de autores como Arturo Jaureche, Abelardo Ramos, Arregui, J, W, Cooke, Puigros entre otros enrolados en la izquierda nacional, porque todo se reduciría a visualizar la hiper-corrupción de la que  estaría teñida esa experiencia política. Sería muy pobre, de muy baja densidad argumental visualizar el peronismo de esa manera.  Bueno, lo mismo se hace todos los domingos con el kirchnerismo.

De todos modos, lo más grave no radica en esta visión estrecha del periodismo dominante sobre la realidad política, económica, social y cultural de la actualidad, porque en todo caso es una reacción lógica de comunicadores que defienden los intereses de sus patrones y sus propios empleos ante una gestión  que los enfrenta.  Lo preocupante es que haya docentes, académicos y alumnos en las carreras de Ciencias Sociales que estudian los autores y las teorías clásicas  como en un  museo, porque al momento de describir el proceso gubernamental actual, las guardan en un armario, en el armario del museo digo, y caen en la crítica seudomoralista lanatista.

Pregunto ¿para qué nos sirve estudiar tradiciones tan ricas como el republicanismo clásico, el liberalismo, el marxismo, entre otras, si cuando  piden una opinión sobre el kirchnerismo se apela al lanatismo? Usemos las teorías para dar cuenta, desde algún ángulo teórico- ideológico, la realidad política y social contemporánea. Para eso sirven las corrientes clásicas. Son clásicas por su permanente vigencia. A propósito, muchas veces no entendemos porque nuestros alumnos se aburren con los conocimientos disciplinarios, y como no se van aburrir si dejamos las teorías en un museo des-historizado y abstracto sin ningún anclaje terrenal.


 Economistas, pérdida de competitividad y  pronóstico fallido  

Personalmente, (y permítanme la primera persona unos instantes)  trato de seguir e interpretar a los economistas y técnicos de las diversas corrientes ideológicas en la actualidad. Igual, desde el 2003 que asume Nestor Kirchner hasta el 2007 desdeñé bastante los diagnósticos de economistas ortodoxos y del establishment  porque eran los mismos que con sus recetas nos habían llevado, en la década previa, a la explosión del  2001. Desde mi percepción, carecían de autoridad moral e intelectual para diagnosticar esa primera etapa K.

Sin embargo, desde la asunción de Cristina hasta la fecha estos economistas ortodoxos y otros progres o falsos-progres comenzaron a alertar sobre una creciente ausencia de competitividad del sector externo de la economía argentina. Básicamente, el dólar está quedando atrasado y perdiendo competitividad por el aumento de los precios internos.

Es un tema que personalmente comenzó a preocuparme, más allá que el diagnóstico proviniera, entre otros, de algunos técnicos “contreras”, porque una de las causas claves que explica el colapso de la convertibilidad en la década anterior justamente fue el problema de la competitividad del sector externo. Durante el 1-1 el dólar también estaba “atrasado”. 

Por esa razón seguí en estos años el tema con alguna preocupación. Si la falta de competitividad tuvo consecuencias sociales y económicas gravísimas durante los ‘90, me surgía al temor lógico de que este problema arruinara la actual gestión. Por lo que en estos últimos  años me cansé de escuchar que con una inflación del 25% y un dólar que se revalúa sólo al 10 nos conducíamos a un precipicio inminente.  

Pero… pero el tiempo fue transcurriendo y la supuesta bomba no explota. Se vienen pronosticado todo tipo de apocalipsis por esta cuestión y naaada! Así que señores, llego a la conclusión que,  habría que revisar un poco las herramientas de estudio, porque tal vez la competitividad que se pierda en el sector externo, si nos guiamos por sus estudios, se compense por otro lado y sus marcos teóricos un tanto caducos no puedan dar cuenta de eso. A examinar los pronósticos fallidos sino sus saberes pierden toda seriedad y sus diagnósticos aparentemente académicos y científicos no constituyen más que expresiones de deseos personales.

El gorila prejuicioso

Tal vez decir gorila prejuicioso sea una redundancia, si nos remitimos a la definición de Horacio Gonzales “gorila es todo aquel que piensa desde un prejuicio”, pero igual ponemos así el subtítulo a fines ilustrativos.
El gorila prejuicioso se piensa un sujeto autónomo en sus razonamientos y superior a los “negros”. Un ejemplo claro es cuando se refieren a los actos públicos de los populismos integrados por los sectores populares que son “llevados por el choripán”. En este objeto gastronómico –el choripán- estaría la encarnación más densa e ilustrativa de toda la pérdida de libertad  de los seguidores de los gobiernos populistas. Pobre “zorchori”  cuanta responsabilidad.

Pregunto: ¿no son “llevados” acaso ciertos sectores medios cuando son convocados por el periodismo hegemónico a manifestaciones de histeria en calles públicas? ¿No existen clases medias manipulados por los fierros mediáticos dominantes? La diferencia es que ni “chori” hay. No nos rasguemos, entonces, las vestiduras de esa supuesta superioridad republicana como sujetos autónomos y pensantes porque en más de una oportunidad las clases medias argentinas actuaron conducidas como ovejitas por sectores oligárquicos en contra de los intereses propios.

Además en lo político, el republicanismo y su mezcla con el liberalismo económico levantan el dedo acusador de las prácticas clientelísticas a los populismos, pero estos en realidad con sus políticas sociales otorgan un piso de dignidad para intentar compensar los desastres económicos o la exclusión social que previamente dejan los gobiernos anclados en aquellas tradiciones. Pensemos que el modelo económico de libre comercio agroexportador dejaba dos tercios de la población excluida, de la que  tuvo que hacerse cargo el primer peronismo, y recientemente el liberalismo en su formato “Neo” nos dejó un tendal de marginalidad y pauperización, del que se hizo cargo el kirchnerismo. Visto esto, entonces no son  para nada irracional las conductas, las acciones de los sectores populares, sino todo lo contrario, ya que acuden a experiencias políticas  que les otorguen un piso de dignidad. Dignidad que no pueden lograr en la competencia del libre mercado porque arrancan con un capital cultural  menguado, en términos modernos, y un capital económico insuficiente  para jugar  en la economía por el reparto desigual que entrega el capitalismo en una sociedad de clases.  

domingo, 1 de septiembre de 2013

¿QUÉ CORRUPCIÓN?!!!



Signados y empapados por una cotidianeidad  mediáticas   que a esta altura de las circunstancia  no puede regresar del ridículo con  “investigaciones”  más propios del género fantástico que periodísticos  con el objetivo indisimulado de derrumbar a un gobierno. Si, digamos las cosas por su nombre el grupo de Magnetto desde hace ya tiempo quiere voltear al gobierno constitucional. Sino antes, desde la sanción de la ley de medios seguro. La corrupción, es la escusa. Es un tema siempre urticante y sirve para desgastar a un gobierno que ha afectado intereses y privilegios. Pero permitámonos, hagamos el esfuerzo,  de  establecer algún itinerario de interrogantes para intentar comprender  con algún grado de re- significación el problema de la corrupción por fuera del reduccionismo que impone la estética lucrativa mediática.    
Sin ánimo de justificar la existencia de algunas irregularidades que puedan haber existido en toda una década en el gobierno nacional:

 ¿Acaso está exento de prácticas corruptas  el  Partido Socialista a través de su  policía oscura vinculada a la trata y al narcotráfico en Santa fe, ¿en la UCR  ? que cuando le tocó gobernar dejó un tendal de muertos en la Plaza de Mayo,  y ni  que hablar del PRO y  la derecha peronista?. ¿Acaso el grupo Clarín, el acusador, no está metido hasta el tuétano  en negociados y maniobras turbias ?. Vamooos!
La diferencia, y no es poca cosa, es que si bien en  toda la extensión de la actual gestión pueda haber algunas  zonas oscuras, el kirchnerismo se ha enfrentado con corporaciones que los energúmenos opositores jamás se habrían animado a afectar.

- ¿Acaso la corrupción no atraviesa transversalmente buena parte de la cultura argentina en instituciones públicas y privadas donde los concursos, por tomar un ejemplo no son sino mascara disimuladora de conductas atravesadas por  amiguismo y el favoritismo? ¿ Acaso la cultura empresarial no la atraviesa  una vocación evasiva impositiva sistemática?. No nos rasguemos las vestiduras entonces.

- ¿Y si investigando  en el flagelo nos encontramos que la corrupción institucional no explica, no causa, como se ha naturalizado en cierto imaginario social, de modo unilateral la pobreza y  las desigualdades sociales?  Qué hay capitalismos más recalcitrantemente corruptos que el nuestro como son los casos de  Italia y Japón y sin embargo nadie dudaría en llamarlos países desarrollados   y,  que por otra parte  hay  estados más honestos  como el chileno y el peruano, ambos ejemplos de alta institucionalidad según la opereta mediática, pero sus sociedades  atravesadas por paupérrimos indicadores de distribución del ingreso y bienestar social. ¿Dónde es mayor la corrupción en los primeros con un bienestar ampliado a capas mayoritarias de la sociedad  o en los segundos  donde  sólo es digna una elit de la población y el resto no accede a los servicios más elementales ?. Demás está decir que una combinación de ambas virtudes sería lo ideal para nuestro país.

-Pero, sigamos interrogando en similar sentido: ¿un neoliberalismo prolijo hubiera sido mejor  en los ‘90 que el neoliberalismo frívolo, chanta y despilfarrador del menemismo?  ¿Acaso un conservadorismo económico transparente, honesto y austero nos hubiera garantizado evitar los  aumentos escandalosos y siderales de la desigualdad,  la pobreza y la miseria que trajo aparejado ese modelo económico implantado desde Whasington  ?.

-O, removiendo  un poco en la historia argentina ¿el peronismo clásico no fue desacreditado frente a buenos segmentos de la sociedad argentina por parte de las clases dominante como una verdadera bestia demagógica, oscura y corrupta, mientras el mismo lograba los mejores índices de bienestar social en los sectores populares a partir de redistribuir en el mercado interno excedentes de la oligarquía agraria?. ¿Donde había más corrupción en el modelo  agro-exportador anterior, donde una élite  acaparaba toda la riqueza, despilfarrando suntuosidad en la vieja Europa, mientras explotaban de forma legal (legal!),  en un mar de pobreza, a sus conciudadanos, o en el primer gobierno populista, que no exento de ilegalidades y corruptelas  se atrevió a captar parte de la  renta extraordinaria para volcarla al desarrollo de las fuerzas productivas y a las  conquistas sociales de los trabajadores?.

- Y hablando de trabajadores, en  el capitalismo liberal   ¿no se consagra una verdadera corrupción mediante mecanismos estrictamente normativos y legales con la apropiación del trabajo asalariado por parte de una burguesía transnacionalizada, que especialmente en nuestros países periféricos chupan plusvalía a sus obreros(cuando los hay) y los remiten al casino económico globalizado actual?.  . Ni que hablar de  los quinientos tipos, (500 he!) de seis mil millones de almitas que somos que  acaparan el cuarenta por ciento de la riqueza mundial y manejen nuestras conciencias casi a piacere, en un océano de excluidos mientras destruyen el medio ambiente planetario.

Dicho esto, no se trata de relativizar posibles prácticas oscuras e ilegales  de los miembros que desempañan cargos  políticos o gubernamentales. Resultan,  irritables y repugnantes. Es correcto e imprescindible que demandemos como el pueblo  respeto por la ética pública a nuestros  representantes y funcionarios, y cuando cometan algún ilícito tengan la sanción correspondiente. Es necesario y fundamental no exclusivamente por una sensibilidad moral, que desde ya es importante persé, sino también en búsqueda  de  una eficiente actuación del Estado en todos los niveles administrativos e institucionales combatir los mecanismos particularistas con el sector privado, los favoritismos y el clientelismo. Pero esa tarea no va provenir, genuinamente, en búsqueda de objetivos nobles por parte de grupos económicos concentrados que inventan  hechos con objetivos desestabilizadores. Esa tarea debe partir desde los propios sectores nacionales-populares y progresistas o de nuevo actores de comunicación comunitarios. En este sentido la puesta en vigencia de la nueva ley de medios puede ser prometedora.

-Para finalizar, tal vez nos ayuden un poco a  aclararnos la problemática sabias reflexiones del viejo  Galasso cuando afirma que la corrupción es un fenómeno intrínseco al capitalismo, puesto que, mientras exista la escisión entre una esfera  pública y un ámbito privado de propietarios adinerados la tentación de beneficios mutuos ilegales a la espalda de la sociedad siempre es un riesgo. Riesgo que se aplacaría según el mismo autor, si parte de  las empresas o los medios de producción estratégicos pasaran  a estar auto- gestionadas democráticamente por la clase obrera. En definitiva, entonces, ¿qué corrupción?!.