Lanatismo y educación
Si visualizamos la década K desde las crónicas y
análisis de los medios dominantes, salvo contadas excepciones, estas pecan de
un reduccionismo y una pobreza conceptual lamentables. El actual gobierno, para
los hegemónicos, se reduciría a una horda de ladrones en el poder. Entonces
cerremos todas las cátedras universitarias, especialmente en ciencias sociales.
Olvidémonos de las herramientas teóricas que nos puedan dotar la ciencia
política, la sociología, la economía e incluso la filosofía, si todo es
analizado de desde el prisma seudomoralista lanatista. Imaginemos por un
momento un programa de Jorge Lanata -acudo a ese programa como ejemplo paradigmático
pero también puede ser cualquier otro- para
analizar el peronismo clásico del ‘45 al ‘55, no serían necesarios, estarían de
sobra los estudios pioneros estructural-funcionalista del sociólogo Gino Germani,
o la interpretación histórico-estructural de Murmis y Portantantiero, o la Razón
Populista de Ernesto Laclau. Carecería de sentido acudir a la riqueza teórica
de autores como Arturo Jaureche, Abelardo Ramos, Arregui, J, W, Cooke, Puigros entre
otros enrolados en la izquierda nacional, porque todo se reduciría a visualizar
la hiper-corrupción de la que estaría teñida
esa experiencia política. Sería muy pobre, de muy baja densidad argumental
visualizar el peronismo de esa manera. Bueno, lo mismo se hace todos los domingos con
el kirchnerismo.
De todos modos, lo más
grave no radica en esta visión estrecha del periodismo dominante sobre la
realidad política, económica, social y cultural de la actualidad, porque en
todo caso es una reacción lógica de comunicadores que defienden los intereses
de sus patrones y sus propios empleos ante una gestión que los enfrenta. Lo preocupante es que haya docentes,
académicos y alumnos en las carreras de Ciencias Sociales que estudian los
autores y las teorías clásicas como en
un museo, porque al momento de describir
el proceso gubernamental actual, las guardan en un armario, en el armario del
museo digo, y caen en la crítica seudomoralista lanatista.
Pregunto ¿para qué nos
sirve estudiar tradiciones tan ricas como el republicanismo clásico, el
liberalismo, el marxismo, entre otras, si cuando piden una opinión sobre el kirchnerismo se
apela al lanatismo? Usemos las teorías para dar cuenta, desde algún ángulo
teórico- ideológico, la realidad política y social contemporánea. Para eso
sirven las corrientes clásicas. Son clásicas por su permanente vigencia. A
propósito, muchas veces no entendemos porque nuestros alumnos se aburren con
los conocimientos disciplinarios, y como no se van aburrir si dejamos las
teorías en un museo des-historizado y abstracto sin ningún anclaje terrenal.
Economistas, pérdida de
competitividad y pronóstico fallido
Personalmente, (y
permítanme la primera persona unos instantes) trato de seguir e interpretar a los
economistas y técnicos de las diversas corrientes ideológicas en la actualidad.
Igual, desde el 2003 que asume Nestor Kirchner hasta el 2007 desdeñé bastante
los diagnósticos de economistas ortodoxos y del establishment porque eran los mismos que con sus recetas nos
habían llevado, en la década previa, a la explosión del 2001. Desde mi percepción, carecían de
autoridad moral e intelectual para diagnosticar esa primera etapa K.
Sin embargo, desde la
asunción de Cristina hasta la fecha estos economistas ortodoxos y otros progres
o falsos-progres comenzaron a alertar sobre una creciente ausencia de competitividad
del sector externo de la economía argentina. Básicamente, el dólar está
quedando atrasado y perdiendo competitividad por el aumento de los precios
internos.
Es un tema que
personalmente comenzó a preocuparme, más allá que el diagnóstico proviniera, entre
otros, de algunos técnicos “contreras”, porque una de las causas claves que
explica el colapso de la convertibilidad en la década anterior justamente fue
el problema de la competitividad del sector externo. Durante el 1-1 el dólar
también estaba “atrasado”.
Por esa razón seguí en
estos años el tema con alguna preocupación. Si la falta de competitividad tuvo
consecuencias sociales y económicas gravísimas durante los ‘90, me surgía al
temor lógico de que este problema arruinara la actual gestión. Por lo que en
estos últimos años me cansé de escuchar
que con una inflación del 25% y un dólar que se revalúa sólo al 10 nos
conducíamos a un precipicio inminente.
Pero… pero
el tiempo fue transcurriendo y la supuesta bomba no explota. Se vienen
pronosticado todo tipo de apocalipsis por esta cuestión y naaada! Así que señores, llego a la conclusión que, habría que revisar un poco las herramientas de
estudio, porque tal vez la competitividad que se pierda en el sector externo,
si nos guiamos por sus estudios, se compense por otro lado y sus marcos
teóricos un tanto caducos no puedan dar cuenta de eso. A examinar los
pronósticos fallidos sino sus saberes pierden toda seriedad y sus diagnósticos
aparentemente académicos y científicos no constituyen más que expresiones de
deseos personales.
El gorila prejuicioso
Tal vez decir gorila
prejuicioso sea una redundancia, si nos remitimos a la definición de Horacio
Gonzales “gorila es todo aquel que piensa desde un prejuicio”, pero igual
ponemos así el subtítulo a fines ilustrativos.
El gorila prejuicioso
se piensa un sujeto autónomo en sus razonamientos y superior a los “negros”. Un
ejemplo claro es cuando se refieren a los actos públicos de los populismos integrados
por los sectores populares que son “llevados por el choripán”. En este objeto
gastronómico –el choripán- estaría la encarnación más densa e ilustrativa de
toda la pérdida de libertad de los
seguidores de los gobiernos populistas. Pobre “zorchori” cuanta responsabilidad.
Pregunto: ¿no son
“llevados” acaso ciertos sectores medios cuando son convocados por el
periodismo hegemónico a manifestaciones de histeria en calles públicas? ¿No
existen clases medias manipulados por los fierros mediáticos dominantes? La
diferencia es que ni “chori” hay. No nos rasguemos, entonces, las vestiduras de
esa supuesta superioridad republicana como sujetos autónomos y pensantes porque
en más de una oportunidad las clases medias argentinas actuaron conducidas como
ovejitas por sectores oligárquicos en contra de los intereses propios.
Además en lo político,
el republicanismo y su mezcla con el liberalismo económico levantan el dedo
acusador de las prácticas clientelísticas a los populismos, pero estos en
realidad con sus políticas sociales otorgan un piso de dignidad para intentar
compensar los desastres económicos o la exclusión social que previamente dejan
los gobiernos anclados en aquellas tradiciones. Pensemos que el modelo económico
de libre comercio agroexportador dejaba dos tercios de la población excluida,
de la que tuvo que hacerse cargo el
primer peronismo, y recientemente el liberalismo en su formato “Neo” nos dejó
un tendal de marginalidad y pauperización, del que se hizo cargo el
kirchnerismo. Visto esto, entonces no son para nada irracional las conductas, las
acciones de los sectores populares, sino todo lo contrario, ya que acuden a
experiencias políticas que les otorguen
un piso de dignidad. Dignidad que no pueden lograr en la competencia del libre
mercado porque arrancan con un capital cultural menguado, en términos modernos, y un capital
económico insuficiente para jugar en la economía por el reparto desigual que
entrega el capitalismo en una sociedad de clases.